Albéniz recreado por Halffter

En el Concierto de Navidad de la Orquesta Sinfónica de Madrid, la Novena Sinfonía de Beethoven ocupó el puesto que le corresponde como música de "celebración y ceremonia", por utilizar los términos del profesor Barjau, autor de la interesante nota de programa. A sala llena y en medio de grande y justo entusiasmo, nuestra sinfónica centenaria, su coro mixto y los solitas Astrid Weber, soprano; Marina Pardo, mezzo; Gustavo Peña, tenor, y Roberto Holzer, bajo, guiados con criterio admirablemente maduro por Rafael Frühbeck de Burgos, demostraron su capacidad y su talante europeo. Pero todo ello apenas es noticia, tratándose de quienes se trata.

La novedad, interesante para unos y apasionante para otros -entre los que me encuentro-, estaba en la primera audición mundial de Eritaña, pieza final de la Iberia de Albéniz, llevada a la orquesta por Cristóbal Halffter. Como no podía ser de otra manera, un compositor de la talla del madrileño no se ha conformado con el papel de "transcriptor" para ejercer, cual respetuoso pero definido coautor, en una versión verdaderamente hermosa del gran homenaje a las sevillanas populares que es Eritaña. El resultado es precioso aunque enormemente difícil. Llevado por Halffter con aguda penetración, encontramos el vigor rítmico, la potencia colorística, la transfiguración de los elementos populares, pero también la intensa poesía de esa "vaga melancolía" a la que se refirió el propio Albéniz en su correspondencia con Joaquín Malats. En definitiva, la obra de Albéniz conoció anteayer una renovada adhesión y un homenaje, extensivo a Halffter y a la Sinfónica de Madrid y su presidente actual, Pedro González, patrocinadores de la empresa.