_
_
_
_
_
Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Son Seals, uno de los grandes del 'blues' urbano

Diego A. Manrique

Frank Son Seals, poderoso cantante y guitarrista de blues, falleció el lunes en Chicago a los 62 años, a consecuencia de la diabetes, enfermedad que en 1999 le hizo perder una pierna y reducir sus giras dentro y fuera de Estados Unidos.

Desde principios de los años setenta, Seals fue uno de los grandes difusores del blues urbano más peleón, conectando incluso con el público de las jam bands a través del grupo Phish, que grabó su Funky bitch y le acompañó en su disco para la compañía Telarc (Lettin' go, 2000) y en directo.

Nacido en Osceola (Arkansas) en 1942, era hijo de un músico que fue parte de los Rabbit Foot Minstrels, arcaicos entretenedores muy populares entre la comunidad afroamericana de los Estados sureños. Su padre invirtió en un modesto local, el Dipsy Doodle, combinación de timba y bar donde Son pudo escuchar a bluesmen que no podían imaginar que su música interesara más allá de su público natural.

Son también trabajó en los campos de algodón -"dos dólares y medio por día de sufrimiento", solía recordar- mientras se fogueaba como músico, primero a la batería y luego con la guitarra, donde tuvo como profesores a Earl Hooker y Albert King, "que me enseñó mucho, aunque era zurdo y era difícil de seguir". Su padre le explicó la principal lección: "Si vas a dedicarte al blues, es mejor que lo hagas de corazón, ya que dinero no vas a conseguir mucho". Siguiendo la ruta tradicional del blues, Seals se trasladó a Chicago en 1971. Allí ejerció de acompañante ocasional del armonicista Junior Wells y, especialmente, del feroz Hound Dog Taylor -que tenía una relación violenta con su segundo guitarrista, Brewer Phillips-, y se introdujo en un áspero circuito cuyos clientes eran exigentes trabajadores de origen sureño, que no querían precisamente derramar lágrimas.

En el Flamingo Club, una taberna del South Side, llamó la atención de Bruce Iglauer, cuyo sello Alligator Records empezaba la tarea de grabar y lanzar a la olvidada generación de bluesmen que había tomado el lugar de Muddy Waters, Howlin Wolf, Buddy Guy y demás gigantes que habían sido descubiertos por el público blanco a través de las versiones de los Rolling Stones o Eric Clapton.

Iglauer supo que Seals componía temas como Your love is like a cancer y selló un pacto con un apretón de manos: a través de Alligator, lanzaría seis discos de estudio más dos explosivos directos, Live & burning y Spontaneous combustion, ambos registrados en locales de Chicago, una discografía resumida en la antología Deluxe edition.

El reconocimiento llevó a Son Seals hasta lugares inesperados: tocó en la Casa Blanca, cuando estaba ocupada por otro nativo de Arkansas, Bill Clinton, y ambos pudieron compartir recuerdos y experiencias. Seals conservaba en su cara las huellas de una pelea con su esposa, que terminó cuando ella le disparó a bocajarro.

La amputación de su pierna izquierda no le llevó al retiro -debía cuidar de sus 14 hijos-, pero le obligó a tocar sentado. Los problemas de salud no disminuyeron su intensidad: dirigía a su banda con autoridad, combinando su punzante guitarra con el saxo y los teclados, cantando con ruda entrega.

Intimidante a primera vista, Son Seals era un amable caballero fuera del escenario, un veterano susurrante que bromeaba con sus rachas de mala suerte. Su blues tenía una función sanadora: buscaba exorcizar las experiencias negativas y recargar la energía vital.-

Son Seals.
Son Seals.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_