La gran feria de los niños

Un total de 62.000 metros cuadrados en tres pabellones para saltar, dibujar, practicar deportes, leer y jugar en su acepción más laxa. Es el supermercado de la diversión que el 42º Festival de la Infancia (los años eliminaron a la Juventud de sus inicios) instaló ayer en la Fira de Barcelona y que se prolongará hasta el 4 de enero en Montjuïc.

La lectura, cuarto centenario del Quijote obliga, es una de las novedades de este año. Otra es la gincana de caballos de la escuela Hípica Begues, que sortea un poni, aunque el premio es canjeable por 10 clases de equitación, una opción más viable y preferida por los padres.

Decenas de organizaciones tienen su caseta en la Fira. En la del Servicio Catalán de Tráfico, los niños aprenden las señales de circulación en un circuito para bicicletas. Una niña atropella una señal de prohibido el paso. "Las conocen todas, otra cosa es que las respeten. ¿Pero quién de nosotros lo hace?", inquiere una monitora. Aunque el festival está dirigido a niños de entre 3 y 12 años, la organización asume las excepciones. En los minicampos de fútbol, los más pequeños jugaban ayer contra crecidos muchachos de bigote más que incipiente. "No podemos hacer nada, ni siquiera pedirles el DNI", se excusaba un miembro de la organización.

Una de las atracciones más concurridas es la del Ejército, donde 600 niños consiguieron un diploma -"concedido al soldado intrépido por los méritos demostrados", como reza el papel- después de arrastrarse, saltar, trepar y demostrar su capacidad de orientación. "No queremos reclutar a nadie, tan sólo que nos vean con normalidad", argumenta el comandante Fernández Jesús.

En el parte de lesiones, sólo siete intervenciones de los servicios médicos, una por un raquetazo en una ceja y varias por dolores de cabeza que aquejaban a los padres.