El calor que se daban los salvó
Los supervivientes de la patera con 13 cadáveres lograron llegar con vida gracias a que viajaron abrazados unos con otros
Los treinta inmigrantes rescatados el jueves pasado de una patera que también transportaba 13 cadáveres hacia la isla canaria de Fuerteventura sobrevivieron gracias al calor que se transmitían entre sí los cuerpos vivos apretados unos contra otros. Ésta es la opinión del médico de urgencias en el centro de salud de Gran Tarajal, Osmani Villegas Sánchez, quien atendió a los seis africanos más graves, aquejados de hipotermia, deshidratación y malnutrición.
Dos de los seis ingresados en este centro fueron derivados al Hospital Insular de Fuerteventura con hipotermia moderada. Sus otros cuatro compañeros de travesía fueron dados de alta esa misma noche. Durante su recuperación se mostraron muy reacios a hablar con los médicos, tanto por su delicado estado de salud como por el shock del dramático episodio vivido.
De las pocas palabras cruzadas en inglés y francés, se sabe que pasaron al menos veinte días en el desierto mientras esperaban a embarcarse y que allí "sufrieron malos tratos, pasaron mucho miedo y apenas comían y bebían". "No paraban de llorar y de recordar a los fallecidos, estaban muy nerviosos, preocupados por lo que les iba a ocurrir a partir de ahora, y tenían mucho miedo a decir la verdad, hasta el punto de que no quisieron decirnos de qué nacionalidad eran", añadió Villegas.
El estado de los seis inmigrantes derivados a este centro de salud era "deplorable" cuando bajaron de la ambulancia que los transportó desde el muelle, según Villegas. "Tiritaban de frío, estaban pálidos, no reaccionaban", agregó. El equipo médico se abalanzó sobre ellos, les quitaron las ropas empapadas, les ofrecieron una muda seca, los abrazaron, abrigaron con mantas térmicas. "Les dimos sobre todo seguridad, les intentamos transmitir calma, hacerles saber que todo había acabado", añade Villegas. Luego se les suministró un suero y café caliente. Aunque el médico de urgencias aclaró que cada cuerpo reacciona de forma distinta al mismo tratamiento, "en una hora todos recobraron su tono vital".
Del estudio llevado a cabo al estado general de los inmigrantes, los médicos concluyen que "pasaron entre 3 y 5 días sin comer". Al menos, desde que partieron el lunes de El Aaiún. Según explicaron los inmigrantes, dos pateras partieron a la vez, una con 43 personas y otra con 37, ésta última con tres niños a bordo. Añadieron que a esta segunda se le cayó el motor y navegaba a la deriva. La lancha que sí pudo continuar su travesía se topó con una tormenta, fuertes vientos, olas de más de tres metros de altura y temperaturas entre 7 y 10 grados centígrados. Sin alimentos, deshidratados, invadidos por el miedo y el frío, los primeros hombres murieron la madrugada del miércoles. "Comienzan por sentir un frío muy intenso, tiritan primero y luego sufren convulsiones, la sangre comienza a bajar de 35 grados y los músculos comienzan a agarrotarse hasta que les llega una parada cardiorrespiratoria", indicó el doctor Villegas.
En relación con el fallecimiento de estos 13 inmigrantes, las declaraciones de Mario Cabrera, el presidente del Cabildo de Fuerteventura, que acusó a Marruecos de ser el responsable de estas muertes, han sido catalogadas de provocación por las autoridades marroquíes, informa Ignacio Cembrero. Cabrera afirmó que Marruecos no paraba la emigración clandestina porque hay connivencia entre sus fuerzas de seguridad y las mafias de tráfico de personas.
"Estas declaraciones provocadoras, que suponen una escalada verbal con un tufillo de política rastrera, generan una polémica improductiva cuyo propósito consiste en incriminar sistemáticamente a Marruecos como responsables del fenómeno de la inmigración clandestina", señaló, el pasado viernes, un comunicado del Ministerio del Interior.
El texto precisa que durante este año 26.000 intentos de emigrar ilegalmente han sido abortados en Marruecos. Gracias a estos esfuerzos, según las autoridades marroquíes, los intentos de emigrar a España han disminuido un 26% en el 2004.
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