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Columna
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Enorme esperanza

Esperanza Aguirre dejará la política activa...en el año 2011, tras su tercer mandato triunfal al frente de la Comunidad Madrileña. No se trata de uno de esos vaticinios que prodigan en Navidad astrólogos y videntes mediáticos, es un plan de futuro perfectamente elaborado por la presidenta. Esperanza Aguirre es una mujer realista y pragmática que tiene su futuro -y al parecer el nuestro-, atado y bien atado y confía, con la ayuda de Dios, en que sus expectativas se cumplan, porque está convencida de que nadie lo ha hecho, lo hace y lo hará mejor que ella en el cargo: "Tengo la enorme satisfacción -declaraba recientemente- de tener el mejor gobierno que ha tenido nunca una comunidad autónoma en España". Y ese gobierno lo ha hecho ella sola, con sus propias manos, y está enormemente orgullosa de su criatura y muy satisfecha con la colaboración de sus compañeros que le allanaron el camino en su irresistible ascensión a la cumbre con su "acertadísima política", y con los méritos de los consejeros seleccionados por ella misma con acertadísimo criterio: "Si se analizan uno a uno los currículos, la preparación académica, la experiencia política y la dedicación profesional, en absoluto son comparables a ninguna otra comunidad y no tienen nada que envidiar a los gobiernos de España. No es necesario en absoluto prescindir de nadie o hacer cambios en ninguna consejería".

Si la psiquiatría o la taumaturgia consiguieran quitarle la vanidad, doña Esperanza sería una mujer perfecta, un portento de la naturaleza pero la vanidad quizá sea uno de los ingredientes básicos de su esencia política, parte de esa nube dorada que la aísla de la realidad, esa coraza invisible que la protegió y amortiguó los ecos de las críticas y de las sátiras en su etapa como ministra de Cultura, ese campo magnético de injustificada autosuficiencia que la acompaña por donde va, ese dulce veneno que induce a la amnesia total de los fracasos y a la magnificación enorme de los éxitos. El discutido y discutible triunfo electoral en la segunda vuelta en la Comunidad de Madrid seguro que ha pasado al currículo personal de la elegida como una apoteósica efemérides.

La nube amnésica flota sobre las filas del Partido Popular e induce a sus legionarios y mercenarios un estado de euforia que les induce a la temeridad. Aznar, desde la cúpula en la sombra del partido, ha insuflado sobre los suyos el mensaje único para estos tiempos de zozobra, el recio y castellanísimo lema del Mío (suyo) Cid de Vivar, el eterno y criminal criterio de "Sostenella y no enmendalla", el perseverar en el error, el empecinamiento brutal, la testarudez como virtud cardinal, tan española. Le han vuelto a quitar los candados al sarcófago de don Rodrigo Díaz y llevan su momia a lomos de Babieca para que les gane alguna que otra batallita. No se dan por enterados de que perdieron la guerra y siguen luchando como japoneses perdidos en la selva, como zombies en una guerra fantasma.

El Madrid enorme de Esperanza con sus preparadísimos consejeros exhibe, sin embargo, alguna que otra fisura que la presidenta sabe tapar usando de la cosmética para maquillar la ética. Al día siguiente de las declaraciones más arriba entrecomilladas y realizadas al periódico El Mundo sobre la inmutable perfección de su gobierno, Aguirre nombró a una nueva consejera de Transportes en sustitución de Francisco Granados, recientemente elevado a la dignidad de secretario general del PP madrileño que, a partir de ahora y con el fin de que rinda más en su nuevo cargo, se tendrá que conformar con una consejería, "descafeínada" decía EL PAÍS, la de Presidencia, para endulzarle el trago se le añade la gestión de una empresa pública dedicada a la compra de suelo que lleva el insólito nombre de Arpegio, tal vez para despistar a los curiosos.

La única fisura en tan armónica componenda fue el cabreo del consejero descafeinado al que por lo visto le gustan más los transportes públicos que las operaciones inmobiliarias, lo cual, estamos hablando de Madrid, indica una preocupante tendencia al masoquismo, o a cosas peores. La sucesora María Dolores de Cospedal, abogada del sector acebista, dijo Esperanza al publicar su nombramiento, "tiene un currículo impresionante".

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