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Tribuna:CAMBIOS EN EL MUNDO DEL TRABAJO
Tribuna
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Unificación del sindicalismo internacional

La decisión adoptada por el XVIII Congreso Mundial de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), celebrado recientemente en Japón, de poner en marcha el proceso que debe culminar con la unificación de aquélla con la Confederación Mundial del Trabajo (CMT) y la creación de una nueva internacional obrera es un hecho de dimensiones históricas.

Creada en Bruselas, en 1949, la CIOSL tuvo por objetivos fundacionales dotar al movimiento sindical libre de un "nuevo y pujante instrumento para desarrollar una acción centrada en el Pan, la Paz y la Libertad". Tras una existencia de 59 años, la CIOSL agrupa a 234 organizaciones afiliadas de 152 países y cuenta con más de 151 millones de miembros. Es, sin duda, la gran base sobre la que se asentará el nuevo sindicalismo mundial.

Los objetivos son la sindicación de jóvenes, la creación de más y mejores empleos y una educación de calidad

La CMT, por su parte, tiene una implantación destacada en algunos países de Europa y de América Latina. La adhesión a "los principios sociales del cristianismo" que figuraba en su carta fundacional se ha modificado con el tiempo y sus principios hoy no difieren sustancialmente de los del sindicalismo socialdemócrata. Su tamaño es, aproximadamente, un 20% del de la CIOSL.

Actualmente, una confederación mundial única es cada día más necesaria para dar respuesta a los desafíos de la globalización económica. Ésta ha sido la conclusión central de los debates del Congreso, desde la convicción de que hoy el problema central de la humanidad se sitúa en las relaciones norte-sur y, en este escenario, el movimiento sindical tiene la responsabilidad de responder al desafío de una mundialización distinta, o lo que es lo mismo, a una nueva, efectiva y solidaria redistribución de la riqueza en todo el planeta.

El nacimiento de las actuales organizaciones sindicales internacionales estuvo marcado por las circunstancias del mundo de la posguerra. La guerra fría significó la división del mundo en bloques ideológicos, que trascendió a la acción política, a las instituciones nacionales e internacionales y al mundo sindical. Pero ahora la línea divisoria está entre los que defienden la paz, la libertad y el progreso, frente a los que se oponen a ella. Con la unión daremos por finalizada una etapa de división del movimiento sindical internacional sobre la base de ideologías, para dar paso a una etapa de unidad sobre la base de valores democráticos y de progreso.

Otra razón poderosa para la unidad es el auge del neoliberalismo iniciado en la pasada década de los ochenta que ha llevado a una era de capitalismo global, sin fronteras, con los límites que él mismo se impone y cuyo máximo exponente hoy es la política neoconservadora de la Administración de Bush.

Tenemos ante nosotros una alternativa de hierro: o somos capaces de unirnos, o nos quedaremos como espectadores viendo cómo los derechos de los trabajadores se desmantelan uno a uno.

Por ello, desde el respeto a los orígenes, queremos, nos proponemos, establecer una gran confederación -unificada en el mensaje y, a la vez, pluralista- que debe constituirse en torno a los principios básicos del movimiento obrero democrático y de progreso, con lazos y alianzas de cooperación con otras organizaciones de la sociedad civil y con partidos políticos afines para la consecución de objetivos comunes.

La radical dignidad del trabajo y su función integradora en lo social exigen garantizar la calidad del empleo basada en la determinación de unos mínimos sociales.

Queremos poner al servicio de los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo un sindicalismo de transformación social para que los derechos humanos tengan plena vigencia en los centros de trabajo. Que dé clara respuesta a la globalización neoliberal, que esté a la cabeza de la lucha contra la explotación del trabajo humano y que tenga entre sus prioridades el logro de la igualdad de la mujer trabajadora.

En la actualidad, dos terceras partes de la población tiene menos de 35 años. Existen 628 millones de jóvenes de edades comprendidas entre 15 y 24 años que trabajan, los cuales representan el 22% de la mano de obra total del planeta. La OIT estima que 60 millones de jóvenes están desempleados.

Los objetivos del programa global para la juventud de la CIOSL son la sindicación de jóvenes, la creación de más y mejores empleos para los y las jóvenes, el logro de una educación de calidad para todos.

En esta etapa de la historia, cuando las amenazas a la libertad sindical se multiplican y la individualización de la relación laboral amenaza la negociación colectiva y el derecho de huelga- no, existen realmente diferencias entre CIOSL y CMT.

La nueva gran Organización Sindical Internacional que surgirá de la fusión de ambas afiliará a todos los sindicatos democráticos, libres e independientes que lo deseen respetando sus orígenes y formas particulares de organización.

Globalizar la solidaridad construyendo una gran central realmente eficaz para actuar en los conflictos que se presenten y con capacidad para representar a los trabajadores ante los organismos internacionales, es el gran reto que las organizaciones sindicales se han planteado para los próximos tiempos. Se trata de construir una red con los mayores adelantos tecnológicos de que seamos capaces de dotarnos al servicio de un programa sindical, el respeto de los convenios de la OIT y la promoción de la dignidad del trabajo.

Superando las visiones estrechas del nacionalismo, en estos primeros años del siglo XXI el movimiento obrero retoma y relanza lo que siempre ha formado parte de su esencia y que constituye su razón de ser: el internacionalismo sindical. Es una buena noticia. La Unión General de Trabajadores, que ya participó en la primera Internacional Obrera a finales del siglo XIX, saluda esta iniciativa, que apoya con entusiasmo.

Cándido Méndez es secretario general de UGT y ha sido reelegido miembro del Comité Ejecutivo Mundial de la CIOSL.

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