Otra ciudad es posible

La tercera página de los periódicos malagueños está permanentemente en obras, en grandes obras faraónicas, ya sean en ejecución, en proyecto, pensadas o... imaginadas por nuestros políticos. Los ciudadanos asistimos atónitos a un baile de cifras de millones de euros para financiar obras que, en su mayoría, favorecen el uso del coche: hiperrondas para rodear la ciudad, supertúneles o seudobulevares de 10 carriles que nos llevan al centro o a los mega aparcamientos que lo rodean. Nos prometen que acortarán el tiempo de desplazamiento aumentando la velocidad. Pero lo que está claro es que aumentan el espacio e, ilusos de nosotros, no nos acordamos de la fórmula v= e/t, que aprendimos en la escuela. Muchos ciudadanos empezamos a preguntarnos: ¿para qué tanta inversión millonaria? Si lo que realmente nos gusta es pasear junto al mar, jugar con nuestros hijos en entornos agradables y sin ruidos, hacer deporte en espacios verdes, estar cerca de nuestro trabajo o estudio para llegar pronto y relajados...

En realidad estamos construyendo una ciudad dispersa, en la que a todo tenemos que llegar en coche: vivimos en un sitio, trabajamos en otro, compramos en otro, nos divertimos en el de más allá y nuestros hijos van al colegio todavía más lejos. Los desplazamientos se multiplican con el consiguiente despilfarro de energía y el aumento de la contaminación y del estrés.

Debemos tender a una ciudad compacta, en la que el entramado urbano vaya solapándose entre el centro, los barrios y la zona metropolitana; en la que exista una descentralización real y la periferia tenga los servicios básicos de educación, sanidad, cultura, ocio y trabajo y en la que los coches deben ser alejados del centro mediante aparcamientos disuasorios. En definitiva, una ciudad más habitable en la que se pueda pasear y disfrutar del entorno, en la que nos desplacemos andando, en los transportes públicos o en bicicleta, el transporte urbano más eficaz hasta los cinco km.

No es una utopía: existen ciudades que han apostado por una movilidad más sostenible y no hace falta salir de nuestro país: San Sebastián, Vitoria, Barcelona o nuestra vecina Córdoba, se han convertido en un referente respecto a la bicicleta.

Algo se está moviendo en nuestra ciudad: la reacción de los ciudadanos y medios ante la infografía del "boulevar", las torres de la Térmica o los cines del Puerto fue sonada, los grandes túneles y soterramientos de viales ya están olvidados.

Por parte de las administraciones está en marcha la peatonalización del centro, la construcción del Metro, la mejora de los autobuses y en julio el Consistorio aprobó elaborar un Plan Director de Bicicletas y su inclusión en el PGOU que ahora se revisa. Es el momento de elaborar ese Plan y, junto con otro de carriles-bus-tranvía, y medidas contra el abuso del coche, abordar con valentía el problema del caos circulatorio que padecemos. Seguro que todo esto costará menos que un kilómetro de hiperronda y además, lo pagará la UE.

Otra ciudad es posible en los sueños de muchos malagueños, una ciudad con muchas calles Larios y amplias Alamedas para pasear, una ciudad sin ruidos ni humos para ver amaneceres al levante y atardeceres al poniente, una ciudad verde donde escuchar las campanas, los murmullos, los timbres y los niños. A ellos debemos dejar una ciudad más habitable: los ciudadanos convenciéndonos de que el coche no es la mejor opción y las autoridades apostando con valentía por políticas de movilidad sostenible. No olvidemos que una ciudad turística y de servicios no es compatible con el hormigón y los coches.