_
_
_
_
HISTORIAS DEL CALCIO | FÚTBOL | Internacional
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El Milan brilla

Enric González

De Silvio Berlusconi pueden decirse muchas cosas buenas. Nunca ha sido procesado por homicidio. Ama tiernamente a su madre. Cuenta historias divertidísimas. Toca un poco el piano. La lista de sus virtudes se haría casi interminable. Pero, si hubiera que elegir sólo una de sus cualidades, habría que hablar del Milan. Berlusconi tiene un equipo de fútbol estupendo, el mejor de Italia sin ninguna duda y uno de los mejores del mundo.

El calcio se fue ayer de vacaciones navideñas hasta el 6 de enero y, a estas alturas, ya está casi todo claro. La Juventus y el Milan se han quedado solos en la disputa por el scudetto y la Vieja Señora, tan peligrosa siempre, se mantiene en cabeza.

Después de lo visto el sábado en el estadio de los Alpes, sin embargo, hay que apostar por el Milan. El Diablo rojinegro bailó como quiso con la Señora y sembró la semilla del miedo en los corazones juventinos. Empataron a cero, sí, pero fue uno de esos empates en los que uno de los equipos, la Juve, suspira de alivio, y el otro, el Milan, bufa de rabia. El propio Fabio Capello reconoció que se habían salvado por los pelos.

Por más que Capello aproveche la pausa para repasar el manual con su plantilla, la Juventus no puede jugar mucho mejor que hasta ahora. Sus cartas están sobre la mesa: pelea, rabia, talento para aprovechar los fallos del adversario y una defensa numantina.

El Milan, en cambio, progresa partido a partido. Kaká, que empezó la temporada como ausente, está recuperando el nivel del curso pasado. Crespo ha resultado un óptimo acompañante de Shevchenko. Y falta todavía que vuelva Stam. El Milan de Carlo Ancelotti crece y, además, tiene un banquillo mucho más potente que el de sus rivales.

Berlusconi compró un Milan decaído, que atufaba a Segunda División y a quiebra. El día de la presentación del equipo para la temporada 1986-1987, la primera de la era berlusconiana, Il Cavaliere hizo que los jugadores llegaran al estadio en helicóptero mientras la megafonía emitía a todo volumen La cabalgata de las Walkirias. Hubo grandes carcajadas, pero Berlusconi se las esperaba. "Sabía que la gente se reiría y no me importó. Sólo quería demostrar que las cosas habían cambiado y que el Milan había dejado de ser como los demás", explicó.

En efecto, el Milan no volvió a ser como los demás. Fue Berlusconi quien empezó a reservar hoteles de máximo lujo para los desplazamientos del equipo -luego, le siguió el Madrid-, quien inventó el rollo galáctico con Van Basten, Gullit, Baresi, Maldini, Rijkaard, Dessailly, etcétera -luego, le siguió el Madrid- y quien empezó a apurar los contratos televisivos y publicitarios.

Pero Berlusconi no se quedó ahí. Creó el MilanLab, un centro de altísimo nivel en el que se sigue el pulso físico de los jugadores y se diseñan métodos de preparación personalizados. Y estableció un código de disciplina profesional en el vestuario y en el campo que sirve igual para el patriarca Maldini que para el último suplente: el comportamiento de todos resulta modélico.

Si le preguntan a Puyol dónde querría jugar si dejara el Barcelona, responde que en el Milan. Cuando el Inter le hace una oferta a Kompany, el jovencísimo y prometedor central del Anderlecht, éste responde que le hace mucha ilusión, pero que "lo máximo sería ir al Milan".

El Milan de Berlusconi brilla. Y no parece que tanta gloria vaya a prescribir en un futuro próximo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_