Sexo en Nueva York

Cuál es el destino perfecto para una divulgadora del sexo cuyo afán es que hablemos de ello sin tabúes, como viene haciéndolo en su programa Dos rombos (TVE)? Una pista: el escenario de una serie de culto donde cuatro amigas se cuentan sus intimidades: o sea, Nueva York.

Viajar a los escenarios de Sexo en Nueva York para hacer un reportaje, qué envidia... ¿Se hizo amiga de Sarah-Jessica Parker?

Ni nos conocimos, pero el viaje mereció mucho la pena. Yo había estado unos meses antes y volví escéptica. La gente me decía: ¿estás enferma, cómo no te ha gustado Nueva York?

Así que decidió reincidir.

Sí. Volví en junio pasado y me entusiasmé. Subí a un autobús que hace el recorrido por los lugares de la serie: desde las escaleras de la casa de Carrie Bradshaw, la protagonista, donde todo el mundo se hace fotos, hasta la tienda de Patricia Field, la estilista que viste a las actrices. O a Pastis, un bistro con terraza a la calle donde se toma una sopa de cebolla deliciosa. Allí empieza la película de Woody Allen Melinda y Melinda.

¿Aprendió mucho de sexo en Nueva York?

Aprendí que la realidad que dibuja la serie no es real. Ni Carrie puede comprarse unos manolos ni las chicas son reales. Pero lo mejor es que cuatro amigas puedan sentarse a hablar de sexo sin tapujos, porque al final se aprende que el sexo es una cosa más. Simplemente.

Imagine adónde querría escapar esta Navidad.

A un lugar con playa y solecito, tipo Canarias, para poder pasear descalza por la arena y tomar un aperitivo.