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España acepta formalmente que Gibraltar puede vetar cualquier acuerdo sobre su futuro

Madrid, Londres y el Peñón crean un nuevo foro para negociar de forma paritaria

Las negociaciones sobre el contencioso gibraltareño, que se arrastran sin éxito desde hace décadas, entraron ayer en una nueva fase con la creación de un foro de negociación "a tres bandas", en el que España, Reino Unido y Gibraltar participarán "sobre la misma base", es decir, de forma paritaria. La principal novedad del anuncio tripartito de ayer es, sin embargo, la asunción formal por España del hecho de que los gibraltareños puedan vetar cualquier acuerdo que se plantee, incluidos los que, por afectar a la soberanía, competen exclusivamente a Madrid y Londres.

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El comunicado que da cuenta del nuevo foro es el primero en la historia firmado conjuntamente por el Ministerio de Exteriores español, el Foreign Office británico y el Gobierno de Gibraltar. También es la primera vez que las autoridades de la colonia, nunca mencionada como tal en el comunicado, que se limita a constatar "el hecho de que Gibraltar no es un Estado soberano independiente", aceptan la oferta de participar con "voz propia" en negociaciones tripartitas. Hasta ahora, exigían, además, ser un interlocutor pleno, no integrado en la delegación británica, a todos los efectos. Ahora lo serán en temas de cooperación, pero del comunicado se desprende que, si se habla de soberanía, no estarán presentes.

La capacidad efectiva de las autoridades del Peñón de impedir un arreglo bilateral relativo al Peñón entre el Reino Unido y España viene de antiguo, ha sido el gran lastre histórico de las negociaciones y fue sancionada por el preámbulo de la Constitución gibraltareña, que, en 1968, estableció que ningún cambio del estatuto de Gibraltar podrá ser realizado si los llanitos no lo aprueban.

"Carta otorgada"

Pero los sucesivos Gobiernos españoles, desde la dictadura, han rechazado ese veto efectivo, aunque lo hayan sufrido en la práctica, y han negado valor constitucional a la Ley Fundamental de la colonia, que Madrid ha tachado siempre de "carta otorgada". Ello refleja un celo constante por mantener el principio de que, siendo la única base legal de la presencia británica en Gibraltar el Tratado de Utrecht, firmado en 1713 por España e Inglaterra, sólo a estas dos partes les corresponde hablar del futuro del territorio; sobre todo, teniendo en cuenta que el tratado niega en la práctica la autodeterminación a los llanitos, al establecer el derecho preferente de España a la soberanía si los británicos se retiran.

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La consagración del veto gibraltareño en la Constitución de 1968 fue precisamente el detonante del cierre de la verja, que Franco decidió como protesta, y del periodo más negro de la historia de este contencioso, no superado hasta que llegó la democracia.

En el comunicado hecho público ayer se lee, sin embargo: "Cualquier decisión o acuerdo alcanzado en el foro deberá ser acordado por cada uno de los tres participantes. Si las tres partes desean adoptar una decisión en el foro respecto a un asunto sobre el que el acuerdo formal debiese ser, de forma apropiada, entre España y el Reino Unido, se entiende que el Reino Unido no prestará su correspondiente acuerdo sin el consentimiento del Gobierno de Gibraltar".

No cabe ninguna duda de que el párrafo se refiere directamente a la negociación de la soberanía, ya que ése es precisamente el tema que debe ser tratado "de forma apropiada, entre España y el Reino Unido", en el contexto de un diálogo que se plantea "sobre la base de una agenda abierta y [en el que], por tanto, cualquiera de los participantes podrá plantear cualquier asunto relacionado con, o que afecte a Gibraltar", incluido el futuro del territorio.

Durante la etapa inmediatamente precedente de esta negociación, el secretario de Estado británico para Asuntos Exteriores, Peter Haine, llegó a mantener ante su Parlamento que el preámbulo de la Constitución gibraltareña no impedía que el Reino Unido llegase a firmar un acuerdo para compartir con España la soberanía del Peñón, aunque el compromiso en cuestión no pudiera ser aplicado mientras los gibraltareños se opusieran. Fue la gran novedad de ese periodo, que se cerró bruscamente en julio de 2002, dando paso al punto muerto que se trata de superar ahora.

El nuevo foro estructurado ayer nace, por ello, con la voluntad declarada de "crear una atmósfera constructiva de confianza mutua y cooperación en beneficio y para la prosperidad de Gibraltar y la región en su conjunto". No sustituye al llamado Proceso de Bruselas, pues se plantea como "separado" de dicho foro, inaugurado en 1984 para negociar "paralelamente" avances en la soberanía y la cooperación, culminando el dialogo reiniciado con la reapertura de la verja. De todos modos, no se ve qué futuro puede tener el anterior marco de diálogo, cuando cabe perfectamente en la nueva estructura.

Un portavoz de Exteriores indicó ayer que el Proceso de Bruselas "queda aparcado, de modo que podrá volver a haber reuniones en ese marco, si se desea".

La misma fuente insistió en que el hecho de que España "tome nota" de la necesidad de contar, en cualquier caso, con el acuerdo de los gibraltareños no es más que reconocer la tozuda realidad de los hechos, con un resultado adicional mucho más interesante para España: que Gibraltar reconoce implícitamente, al suscribir la misma frase citada, que hay temas, como la soberanía, que se debaten entre Madrid y Londres, y no le competen.

Respeto a los individuos

Por lo demás, el comunicado de ayer, subraya Exteriores, no implica ningún cambio en el estatuto del Peñón, ningún reconocimiento del derecho de autodeterminación que reclaman los llanitos ni ninguna renuncia a la reivindicación española. Se trata, ante todo, de un ejercicio de "pragmatismo" y de una expresión de la voluntad de resolver "los problemas que afectan a las personas, a los ciudadanos comunes", desde la convicción de que, a medida que avanza el siglo XXI, el respeto a los individuos es inviolable. "Hoy sería impensable un nuevo cierre de la verja", razona la fuente.

El nuevo foro responde, en efecto, al deseo de resolver los problemas cotidianos que se plantean en torno a la colonia y relajar el ambiente, a pesar de que las negociaciones acerca de la soberanía no se reabrirán, previsiblemente, en bastante tiempo tras el fracaso de hace dos años. El foro se reunirá al menos "cada 12 meses" a nivel ministerial, para abordar sobre todo problemas de cooperación, como el del uso conjunto del aeropuerto o el de las pensiones de los españoles que perdieron su trabajo en el Peñón por el cierre de la verja. La primera reunión, de nivel inferior a los ministros, será en febrero.

Jack Straw y Miguel Ángel Moratinos, el pasado octubre.
Jack Straw y Miguel Ángel Moratinos, el pasado octubre.GORKA LEJARCEGI

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