La pérdida del miedo a lo desconocido
Carlos Valbuena es el único ciego de un equipo de nueve profesores, tres de la ONCE y seis de la Delegación de Educación, encargados de servir de apoyo a los 82 deficientes visuales de entre tres y 18 años que viven en Jaén. Durante este curso no hay ninguno matriculado en bachillerato, pero sí 15 que cursan secundaria en distintos centros educativos de la provincia.
"Nuestra función es la de apoyar a los profesores, a los alumnos y de proporcionar materiales específicos como adaptaciones de ordenadores, lupas de aumento o la trascripción al braille de los libros de texto", explica Valbuena.
Conseguir que los profesores pierdan "el miedo a lo desconocido" y enseñarles a educar y a tratar con "normalidad" a un alumno ciego es la primera tarea de Carlos Valbuena cuando entra en contacto con un colegio o instituto con algún alumno invidente.
"Son los niños los que tienen menos dificultades a la hora de relacionarse con sus compañeros ciegos. No existen prejuicios y, sobre todo, no se quedan sin saber qué hacer ni qué decir, como ocurre con los mayores, cuando utilizan las típicas expresiones: '¿Te ha quedado claro?, ¿No lo ves?", subraya Carlos Valbuena entre risas.
Si bien la calidad de la enseñanza de los niños invidentes es la misma que la de aquellos que no lo son, Valbuena ve en el tiempo dedicado al ocio la mayor dificultad para este colectivo de alumnos.
"Cuando llega el recreo la mayoría de la clase juega al fútbol, al baloncesto o al pilla pilla. En este sentido sí que nos sentimos desplazados, por eso es tan importante que el resto de compañeros y los centros fomenten la divulgación de juegos y la práctica de otros deportes adaptados, que pueden ser practicados por todos. Ésta es nuestra principal asignatura pendiente", concluye este profesor.
