Burgueses
Las personas, según cumplen años, se aburguesan. Yo no lo veo tan mal, es más, lo veo natural, a cierta edad te horroriza que las visitas de los amigos se presenten en tu casa sin avisar, que prolonguen en exceso la sobremesa y no te dejen echar la bendita siesta, que te molesten los vecinos con ruidos por muy majetes que sean, te gusta tener un sofá con buena amortiguación, sentarte en una mesa bien dispuesta, leer sólo libros estupendos, ver películas con las que no vas a perder el tiempo, ganar más dinero, y que de vez en cuando, un japonés te dé masaje de shiatzu, que es el colmo de la felicidad burguesa, que alguien te toque a cambio de dinero (sin pasarse). Si eso es aburguesarse, ¡me apunto! La edad aburguesa. Al que tiene mucho y al que tiene menos. Pero no todo el mundo quiere admitirlo. Hay ancianos, eso sí, que predican la revolución, pero en realidad la predican para que ocurra muy lejos de su casa. Revolución, pero sin que les perturbe. Son los más burgueses, pero no quieren que nadie se entere de que no perdonan un restaurante de cinco tenedores. Una vez me llamaron burguesa y yo me enfadé muchísimo. Pero de eso hace años. Ahora ya no lo negaría, porque negarlo sería una estafa. Una burguesa de esas que votan a partidos de centro-izquierda. A vueltas con eso de la burguesía se me ha ocurrido un negocio que puede ser boyante: se me ocurre que alguien podría montar un partido de centro-derecha, porque yo veo que en España hay un montón de gente burguesa como yo, pero de tendencia más conservadora, que se está quedando sin partido, gente alucinada con el espectáculo que está dando el Partido Popular, que ha decidido decantarse por el camino de la derecha furibunda. Pero yo presiento que falta un partido: un partido de gente ilustrada, ¿por qué no?, que hiciera una oposición brillante, que se negara razonablemente a los cambios, que pudiera presumir de que sus políticos estudiaron en los mejores colegios e hiciera gala de inteligencia, cultura y buenas maneras. Puede que incluso ese partido recibiera a veces votos de desencantados de la izquierda. Pero no quiero dar ideas. Luego nadie te lo agradece. Dejémosles que vivan, prietas las filas, eternamente, culpando al adversario de haberles usurpado el trono. Qué aburrimiento.
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