Sólo dos oficiales controlaban los vuelos en aviones como el Yak-42
El coronel de Infantería Joaquín Yanes González, jefe de la Sección Logística Operativa de la División de Operaciones del Estado Mayor Conjunto (Emacon) en mayo de 2003, cuando se estrelló el Yak-42 en Turquía, causando la muerte de 62 militares españoles, declaró ayer en la Audiencia Nacional que sólo dos personas, él y un comandante, se encargaban de controlar los aviones fletados para el transporte de tropas.
El coronel, que compareció como testigo ante la juez Teresa Palacios, dijo que él y su subordinado no tenían la función de inspeccionar técnicamente los aparatos, por lo que se limitaban a un control burocrático, delegando la supervisión en la agencia NAMSA de la OTAN.
Fuentes de la acusación explicaron que en su declaración, de unas dos horas, el coronel aseguró que no había alternativa al alquiler de aparatos ex soviéticos, ya que las compañías españolas se mostraban remisas a volar a lugares de riesgo, como Kabul, y las Fuerzas Armadas carecen de medios suficientes.
Cuando se le preguntó por qué se cambió a última hora el Tupolev 154 previsto para el viaje por el Yak-42, dijo que fue porque este último es más versátil y con más posibilidades para aterrizar en aeropuertos pequeños. No obstante, reconoció que su autonomía era inferior al primero.
Bono dijo el pasado día 21 en el pleno del Congreso que el aparato se cambió para ahorrar 6.000 euros y que con el Tupolev se hubiera podido evitar la fatal escala en Trabzon.
Aseguró desconocer que Suecia, Noriega y Finlandia hubieran rechazado volar con aparatos como el Yak-42 y reconoció que antes del accidente recibió cuatro quejas, aunque las atribuyó a problemas con el catering y retrasos.
Según fuentes jurídicas, el fiscal estudia pedir el archivo del sumario referido a la contratación del avión, aunque no a los errores en la identificación de los cadáveres.
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