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Crónica:FÚTBOL | 15ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Espanyol pisa fuerte

El conjunto de Lotina, con un juego vistoso y eficaz, derrota a un Mallorca inocente

Jordi Quixano

Confiado en sus posibilidades y en su superioridad, el Espanyol noqueó con solvencia a un Mallorca simplón, sin pegada, para obtener su tercera victoria consecutiva en la Liga. Tras el buen juego que desplegó la semana pasada en Zaragoza, el Espanyol ratificó ayer durante la primera parte que si está en la parte alta de la tabla no es por casualidad. El cuadro blanquiazul, que no se arruga y que tiene claras sus virtudes y flaquezas, mostró que poseía ciertos automatismos. Sinónimo de que el equipo está trabajado, de que sabe a qué juega, de que cree en sí mismo.

Jorge López colocó el balón en el círculo, en el punto fatídico, para desafiar con la mirada a Kameni. El aficionado, tras tener el corazón encogido porque el Mallorca podía empatar el gol inicial de Pochettino, explotó de júbilo al ver que su portero adivinaba la trayectoria, despejaba el cuero y repelía, de nuevo, el rechace. Entonces, los gritos de ¡Kameni, Kameni! fueron acompañados por un aluvión de brazos que se alzaban y bajaban al unísono. Jorge López perdió el desafío. No era el primero; Ronaldo y Baptista, en su día, también fueron víctimas de la intuición de portero camerunés.

ESPANYOL 2 - MALLORCA 1

Espanyol: Kameni; Ibarra, David García, Pochettino, Lopo; Ito, De la Peña (Morales, m. 45), Maxi, Óscar Serrano, Dani (Miñambres, m. 79); y Tamudo (Soldevilla. m. 88).

Mallorca: Moyà; Cortés, Poli, Niño, Ramis; Pereyra, Farinós (Perera, m. 79), Jorge López (Campano. m. 45), Arango (Tuni, m. 70); Delibasic y Luís García.

Goles: 1-0. M. 25. Pochettino resuelve un barullo en el área rival. 2-0. M. 35. Serrano aprovecha un balón repelido por el larguero tras jugada de De la Peña. 2-1. M. 60. Pereyra remata un balón centrado por Campano.

Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Kameni, Ibarra, Ramis, Poli y Farinós.

15.150 espectadores acudieron a Montjuïc.

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Pero Kameni sólo es una de las piezas de esta engrasada máquina, la de Lotina. A la hora de defender, todos están tensionados, dispuestos a echar un cable al compañero en apuros. No conceden metros a la delantera rival e Ito, que volvió a hacer una cantidad desorbitada de kilómetros, realiza un trabajo excepcional, el trabajo sucio. Y cuando el bloque ataca, más de lo mismo. La defensa hace circular el balón hasta que desespera al rival, hasta que abre espacios en la zaga contraria, hasta que alguno de los de los de arriba se desprende de su marcaje. El Mallorca, no obstante, no se lo puso fácil: tenía las líneas replegadas. Paciencia es lo que le exigía el rival y paciencia tuvo el Espanyol. Así llegaron sus goles. El primero, el de Pochettino, fue después de que Cortés rechazara un balón en la misma línea de gol. El segundo, el de Serrano, tras repeler el larguero la vaselina de De la Peña, sustituido en la media parte por problemas estomacales.

Pero tampoco rehuyó el Espanyol, cuando fue necesario, el contragolpe. El balón llegaba a los pies de Tamudo que, tras bajar la cabeza y atravesar la medular, buscaba a sus compañeros. Estos llegaban por detrás de él como una bandada de pájaros, cayéndose a las bandas. Centro al área en busca de rematador y vuelta a empezar. Adormecidos en la segunda mitad, los de Lotina encajaron un gol a balón parado. No podía ser de otra forma. Pero aunque el Mallorca maquillara el resultado, Serrano volvió a ser el jugador explosivo, De la Peña el atrevido, Lopo y Pochettino los cerrojos inexpugnables, y Tamudo, el jugador vistoso. Fue una noche propicia para un Espanyol que, con motivos, se lo empieza a creer. Es segundo, en una tabla provisional, a expensas del resultado final del Bernabéu.

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