Poesía cargada de futuro
Las universidades de Valencia son un semillero de autores jóvenes
Poeta y universitario, ningún binomio como éste define con más precisión la vieja manía de saber, la sensibilidad por el mundo en su acepción más amplía. Afortunadamente, las universidades valencianas andan llenas de estos discretos personajes, silenciosos revolucionarios de la sensibilidad más allá del conocimiento concreto, irritante y áspero de todas las cosas que se pueden tocar y medir.
Uno de los centros neurálgicos de este movimiento en pro del verso es la Universidad Politécnica. Elena Escribano, poeta y catedrática de literatura, tiene buena parte de la culpa. Se le ocurrió casi por casualidad lo de convocar a los alumnos de la Politécnica que pudieran tener interés por la poesía y tal vez, también, existía en ella el deseo legítimo de recuperar a aquellos brillantes alumnos, con inclinaciones hacía las letras, que finalmente escogieron el camino de la técnica y de la ciencia. Su sorpresa fue mayúscula ante el éxito de la convocatoria. "El grupo de poesía Polimnia 222 de la Politécnica nace en el 2002, y el primer año contamos con la colaboración de algunos de los mejores como Carlos Marzal, Vicente Gallego, Antonio Cabrera o Manel Rodríguez Castelló... fue un año enloquecedor en la que la gente desbordó una pasión increíble por las letras".
"Lo más importante es romper el aislamiento y conocer a autores experimentados"
En el aula de poesía se aprenden técnicas, conceptos, teorías, visiones de la realidad a través de los versos pero también se lee, se comenta, se critica la obra de los propios alumnos muchas veces ingenieros o arquitectos pero también alguna ama de casa. "Lo más importante", comenta, "es romper el aislamiento del poeta y entrar en contacto con autores experimentados". Durante el curso pasado los miembros del aula tuvieron ocasión de conocer de cerca de Francisco Brines, Luís García Montero, Ángel González, Felipe Benítez, Joan Margarit, Salvador Oliva, Narcís Comadira o Ángel Montesinos. Este año aparte de adentrarse en la obra de Machado, Cernuda o Salinas, conocerán de viva voz la obra de Luis Alberto Cuenca, María Victoria Atencia o Luis Muñoz.
El grupo se ha convertido también en una buena cantera. Recientemente uno de sus miembros, el arquitecto Andrés Navarro, ha sido galardonado con el Premio Internacional de Poesía Emilio Prados para menores de 35 años por La fiebre, que publicará Pre-textos en la primavera de 2005. Este premio lo otorga la Fundación Generación del 27, de la Diputación de Málaga. Está dotado con 6.000 euros.
Fernando Guirao es otra de las jóvenes promesas vinculadas al grupo. Empezó colaborando con las revistas universitarias Náyade y Diáfora. En 2002 publicó en Edicions 96 su primer poemario: La ciudad de carne y hueso, libro que se alzó con el máximo galardón del certamen Marc Granell de Almussafes. Guirao fue incluido en la plaquette de la Universitat de València, 9 poetes universitaris. Y en diciembre de 2003, la prestigiosa editorial Hiparión le publicaba El pez en el bosque, poemario reconocido con el premio Antonio Carvajal.
José Ángel García (Valencia, 1977), economista, es otro miembro destacado del Aula. Colaborador de las revistas Müsu (Córdoba) y Silencios (Madrid) se postula como uno de los poetas más sobresalientes en el ámbito estatal.
La Universidad de Valencia es el otro centro de ebullición literaria. Su Aula de Poesía, tutelada por el profesor, crítico y autor Vicent Alonso, supone un hito en el mortecino panorama literario de la ciudad. Alonso se muestra ilusionado con el Aula, que, por otra parte, se ha convertido en un potente observatorio de las producciones literarias europeas. Recientemente, el Aula contaba con la presencia de la poeta luxemburguesa Anise Koltz. Los seminarios de traducción poética o los recitales son algunas de las muchas actividades desarrolladas en este punto neurálgico de las letras en la universidad valenciana.
"El nivel de los nuevos poetas", explica Alonso, "es envidiable, son gente muy leída que mantienen una relación muy estrecha con los grandes autores y que conviven armónicamente con todo tipo de tradiciones culturales o lingüísticas". Son poetas, que a diferencia de otras generaciones, no confían en la poesía como una arma de lucha contra nada, sin que ello suponga vivir al margen de la realidad y que escriben desde la seguridad de una sólida formación. Al igual que pasa con el grupo de alumnos del Aula de la Politécnica se trata de jóvenes que jamás rebasan los treinta años y que en muchos casos aún no han finalizado sus estudios.
La gandiense Yasmina Galán es una de las jóvenes autoras con una trayectoria más sólida. En 1998 entró a formar parte de la revista Náyade, publicación de la que es directora adjunta desde 2003. Articulista y activista literaria, Galán ha sido reconocida con diversos premios entre ellos el Marc Granell y el César Simón. Tiene publicados tres poemarios: En dos tiempos (Ed. 96, 2003), Versos de ida y vuelta (Denes, 2004) y la plaquette Alas de Mariposa (Mar de Letras, 2002).
En el ámbito del catalán, suenan con fuerza Isabel García Canet y Rubén Luzón. García Canet, de Pego, cursa cuarto de Filologia Catalana. Desde 2001 forma parte del Aula de poesía y fue también una de los poetas antologados en 9 poetes universitaris con los poemas Crit dins del crit y Avís. En 2003 era premiada con el XXVII Premi de Haikus Joan Teixidor de la Ciutat d'Olot por el poemario Pell de serp.
Luzón, estudiante de filología hispánica y catalana, colabora en la revista universitaria Carácters, y a pesar de que su obra resta inédita alguien lo apunta como una de las voces poéticas con más futuro.
En contacto con el mundo
"Creo que era Max Aub quien decía que uno es de donde ha hecho el bachiller y podríamos añadir que lo es más de la Universidad por la que ha pasado", comenta el editor y autor Vicent Berenguer, una de las personas del País Valenciano más autorizadas para hablar de poesía. Y añade: "Tienen conciencia de grupo, pero a la vez su voz es personal, se han despegado de determinadas tradiciones constituyendo un grupo de autores singulares, con un estilo personal muy marcado" . A diferencia de los poetas valencianos de los años sesenta y setenta, opina, no han tenido que abrirse paso en un contexto hostil, una ventaja, que unida a una relación armónica con diferentes lenguas y a una buena formación, los catapulta a un futuro brillante. "Hay un salto cualitativo en sus estilos, se trata de gente en contacto con el mundo, leyéndolos uno tiene la impresión de estar delante de la poesía del siglo XXI". Y sus estilos, concluye, les apartan de una literatura adocenada o mimética.
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