Neuronas y alternancia
Esta vez, temprano madrugó la madrugada, compañeros (algunos, del alma, ¿o no?). Vuestro Manifiesto por la Alternancia en Andalucía, se adelanta a abrir campaña electoral, anticipándose en tres años y tres meses a las próximas elecciones autonómicas. Contando con que los dioses nos sean propicios y que no se nos crucen por los caminos menudencias cancerígena, arterial o hepática, volveremos a encontrarnos en las urnas andaluzas en torno a marzo de 2008.
Y seremos cuatro años más adultos (pienso yo). Me encanta que la crème de la crème descienda de la cátedra, del laboratorio y de las cáncanas para ilustrarnos y abrir los ojos a los andaluces (andaluzas, digo) tan tierna e ingenuamente manipulados por el Gobierno infame que apenas acabamos de darnos los andaluces, con evidente mayoría absoluta (ya se sabe cómo somos de manipulables los del estado llano). No tenemos remedio.
Acabo de leer vuestro manifiesto. Entre los abajo firmantes, reconozco a una treintena de ellos y de ellas; y me puedo considerar amigo de una media docena. Como soy persona abierta a diversas corrientes de pensamiento, y a estas alturas no me escandaliza ni emito juicios personales -ni aun frente a los amigos de antaño agrupados en el "recalcitrante rojerío"-, quisiera rogaros que me aclaréis algunos puntos, no sea que me esté perdiendo algo y en el próximo manifiesto pudiera figurar mi firma entre las vuestras (hombre, me costaría esfuerzo verme reflejado entre conocidos intelectuales como Segovia, Nestares y otros, por no abusar de nómina).
Reconozco que lo tengo difícil, ya que pertenezco a ese extraño género del No a la guerra, y hasta me confieso apóstata en defensa de la protección de datos y que la Conferencia Episcopal no utilice los míos ni a niveles estadísticos para engrosar subvenciones públicas, campañas inquisitoriales contra el preservativo, uniones entre personas de igual sexo, o la escuela como elemento adoctrinador. Reconozco que vuestro manifiesto (no tanto por lo que dice -que también- sino por algunos nombres firmantes) me trae hecho un lío.
No te veo, Juan Ramón Medina (a otros tampoco, pero no es cuestión de nombres). Cuando lo desees, si a bien lo tienes, te vuelvo a invitar a Jaén y pasaremos una tarde, incluso una noche como antaño, hablando de nuestra cosas (humanas, incluso divinas). Te he visto lanzado como consejero de Educación en el Gobierno pepero de Murcia. No juzgo ni me escandaliza: simplemente, en defensa de mis neuronas. Comprenderás que no pueda extenderme más en una carta al director, así que, hasta el próximo Manifiesto.
Por aquí, desde nuestra modestia provinciana, estamos elaborando otro. Si queréis os lo mando; que, al fin y al cabo, casi todos pertenecemos a la generación de "los abajo firmantes". Un beso, colegas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.