_
_
_
_
Análisis:Qué es... | Bonos Basura
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Rentabilidad o locura

El inversor va tranquilamente a visitar a su asesor financiero para invertir su dinero en un conservador producto de renta fija y al cabo de una hora sale con un mareo de impresión de tanto escuchar palabras tales como bono corporativo, high yield, rating o spreads. Podría ser también que el gestor evite estos términos y recomiende directamente adquirir bonos basura. Tras aguantar una tonelada de siglas incomprensibles de origen anglosajón y apesadumbrado por descubrir una nueva multitud de riesgos hasta el momento nunca imaginados ("riesgo crediticio, duración o de liquidez"), la verdad es que se quitan las ganas de invertir.

Por mucha sigla rimbombante, todo se reduce a préstamos, similares a los de nuestra vida cotidiana. La operación siempre depende de: a quién le presto mi dinero (riesgo crediticio), el coste de oportunidad y el plazo que transcurre hasta que lo recupero (riesgo duración) y finalmente, la divisa en la que hago la operación (riesgo divisa).

Este tipo de deuda emitida por países o compañías de dudosa solvencia se denomina High Yield

Cuando vamos a prestar nuestro dinero tenemos distintas alternativas. Una es dejárselo a un gobierno de un país desarrollado (bonos gubernamentales) o a una empresa sólida y solvente que pagará su deuda con independencia de la marcha de la economía (bonos corporativos). Probablemente la rentabilidad obtenida decepcione porque el riesgo es muy pequeño. Otra opción es prestárselo a los países que estén más cerca de alcanzar la primera velocidad mundial, pero que todavía son economías emergentes (renta fija emergente), u optar por dejárselo a aquellas empresas que presentan algunas dudas sobre su solvencia futura. Si el negocio y la economía acompañan obtendríamos suculentas rentabilidades de dos dígitos; en caso contrario, tendríamos que asumir pérdidas inferiores a la renta variable, pero pérdidas.

Esta estrategia de dotar de liquidez a compañías en procesos de reestructuración o cambio accionarial con problemas de financiación es lo que coloquialmente a finales de los setenta Michael Milken, un ejecutivo de Drexel Burnham y Lambert, denominó bonos basura (junk bond). Eran bonos de alto rendimiento (rating BB+ e inferiores según S&P) en los que, debido al riesgo alto de impago (riesgo de default), la compañía se comprometía a pagar unos tipos de interés superiores (mayores spreads) y cuya garantía sólo residía en sus posibles flujos de caja futuros.

Hoy en día el término bonos basura ha quedado relegado. Actualmente, este tipo de deuda emitida por países o compañías de dudosa solvencia se denomina high yield, si utilizamos el término anglosajón, muy común entre los gestores, o bonos de alto rendimiento. Coloquialmente se utiliza bonos basura para referirse a los bonos de peor calidad dentro del tramo de alto riesgo del high yield (rating C). No obstante, no son términos asimilables debido a la evolución y el desarrollo que han tenido estos productos en la última década. En los años ochenta el análisis que se hacía de las compañías y la liquidez de los bonos basura era ridícula (30.000 millones de dólares) comparada con los más de 700.000 millones invertidos hoy en día en high yield. Se ha ampliado el número de países y compañías que forman parte de este mercado y la mayor esperanza de vida mundial ha disparado la demanda de estos bonos de manera profesional vía fondos de pensiones.

¿Nos hemos vuelto locos invirtiendo en activos de tanto riesgo? ¿Ya nadie se acuerda del efecto tequila, la crisis rusa, la quiebra del hedge fund LTCM o de los momentos duros vividos por Brasil, Turquía o Argentina? Está claro que son activos con riesgo, pero si se invierte a través de fondos altamente diversificados, con políticas de venta claras (stop loss) y en los momentos de crisis, cuando las empresas sanean sus balances o en las primeras etapas de la recuperación, son como para tenerlos en mente. Crisis ha habido y las habrá, pero aun con ellas, en los últimos diez años la rentabilidad de los bonos de alto rendimiento ha sido del 100%..

Juan Ramón Caridad es director de productos de Atlas Capital

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_