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VISTO / OÍDO
Columna
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En el Alcázar

Fue y lo dijo: "El Ejército tiene como misión garantizar, siempre bajo el mandato del Gobierno, la soberanía, la independencia y la integridad territorial" de España. Ciertamente, Bono mejoró el texto constitucional: "Artículo 8. 1. Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejercito de Tierra, la Armada y el Ejercito del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento Constitucional"... al añadir "siempre bajo el mandato del Gobierno", que no figuraba en el viejo texto, en ese armazón simple y miedoso que aún se venera, constituido en sagrado por el PP cuyas gentes votaron entonces en contra, hasta que el transformista suyo decidió que era bueno para un aprendiz de autócrata.

Yo ya no voté, en parte por poca fe en una democracia a la española antigua, en parte porque lo lógico hubiera sido reponer la Constitución de 1931, tan buena que el Ejército, Falange y monárquicos se alzaron ante ella como un solo haz -fascio-; en parte por el fastidio ante el implante de un monarca nombrado por Franco, que juró los principios del Movimiento, que había hecho su primer Gobierno con Arias Navarro, el carnicero de Málaga; con Fraga, con Areilza; y por ese mismo artículo 8 que tenía esa misión sin necesidad de consultar con el poder civil. Y no es que el poder civil me inspire mucha confianza: lo ha tenido Aznar ocho años, y aún lo quiere ejercer desde la oposición, aunque sin el Ejército, con los curas de Wojtyla; sin el capital, que ya sabe que el PSOE no va a acabar con el sistema; con los pequeños empresarios que suelen ser el alma de todo fascismo -la pequeña burguesía fue el alma de Franco, también pequeño burgués y un poco hortera-; en Francia es ella la que alimenta a Le Pen y en Estados Unidos, donde es tan numerosa y tan inculta, a Bush. Y en parte, también, por este artículo que daba al Ejército la posibilidad de alzarse por sí mismo, ante lo que le pareciera mal.

Nótese que los militares, entonces, parecían todos Tejero, Armada, Milans; y algunas personas sospechaban que el "Elefante Blanco" era el mismísimo Rey. Hoy es otra cosa. O nos creemos que es otra cosa. Véase que la oposición detesta esta reunión de la Inmaculada, reprocha los cincuenta millones gastados (en pesetas, que parece más. Y es muchísimo); y lo que cree que son sus diferencias con Zapatero, que no deben serlo.

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