Sagarroi se muestra como un crisol de ritmos en su tercer disco
Los hermanos Muguruza llevan más de 20 años animando el panorama musical vasco con diversos proyectos. En la actualidad el mayor, Jabier, se ha asentado como solista entre el jazz, el pop y la poesía. El mediano, Fermin, muestra su gusto por los ritmos jamaicanos al frente de su Kontrabanda. Y el pequeño, Iñigo, acaba de presentar Toulouse (Metak), el tercer disco de Sagarroi, el grupo que formó tras la separación de Joxe Ripiau.
Tras debutar hace tres años con Meatzaldea, un disco de fiero rock, próximo al hardcore, el portavoz del cuarteto asegura estar "encontrando ya la esencia del grupo". "Estamos un poco encontrándonos a nosotros mismos, buscando nuestra identidad, y creo que este disco es el que más refleja esa identidad. Es el más trabajado, el más maduro", expone Iñigo Muguruza.
Esa identidad se cimienta en una fusión de reggae, ska, rock, cumbia, "cosas de blues", samplers de música árabe y guiños cinematográficos. Una amalgama que les ha llevado a colocar a Anthony Quinn en la portada de Toulouse. "Es el actor que más razas ha representado, y nosotros también hacemos un poco de crisol de ritmos, de melodías, de culturas", justifica el músico.
A bailar
Muguruza comparte la autoría de la música de muchos cortes, pero asume en exclusiva la de unos textos que abarcan "poemas, letras de amor y desamor, de fiesta, cosas humorísticas, alegres, y algunos temas de denuncia, como Bowling for Columbine, basado en la película de Michael Moore, que habla un poco de la cultura del miedo que hay y de lo que eso genera".
Tras presentar el disco en Bilbao, Ondarroa e Irún, este mes harán una gira por Suiza con losvalencianos Obrint Pas, y en Semana Santa pisarán escenarios alemanes. "El primer Sagarroi era más visceral, pero ahora hay que ir [a los conciertos] a divertirse", advierte su responsable, al tiempo que reconoce que "hay un cambio en las generaciones nuevas, hay menos costumbre de ir a conciertos".
Sin embargo, Iñigo Muguruza dice no añorar los conciertos multitudinarios que vivió como bajista de Kortatu y Negu Gorriak. "No soy muy nostálgico, la verdad. Me lo pasé bien y me lo pasé mal también. Creo que el rock radikal vasco tuvo cosas alucinantes, y otras muy jodidas. Así hemos sobrevivido siete. Ha caído gente de Cicatriz, Eskorbuto, R.I.P., Tijuana In Blue,... Fue una época de mucho subidón, pero también de mucho bajón. Está el tema del sida, mucha gente que está desquiciada y entre los supervivientes hay algunos que están bastante jodidos también", reconoce.Entre los proyectos de Sagarroi también figura compartir escenario con la compañía de teatro Antzerkiola, provocando una "interacción entre el tema de interpretación y el musical" en la obra Ezequiel, basada en un libro del escritor de Hondarribia Martxel Mariskal.
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