Cristian Domecq muestra en San Sebastián el trasfondo filosófico de su pintura

Cristian Domecq (Jerez, 1951) ha transitado por caminos artísticos tan diversos en 25 años de trayectoria que se reconoce y se define así: "Soy un pintor sin estilo", porque "necesito explorar en cualquier dirección". Le interesa todo, pictóricamente hablando, desde la figuración, a la abstracción. Lo que da coherencia y continuidad a sus obras no es una uniformidad pictórica sino un trasfondo filosófico. Domecq, hombre tímido y poco amigo de protagonismos, muestra hasta el 31 de diciembre en la Galería DV-Distrito Cu4tro de San Sebastián (San Martín, 5) el trabajo que ha desarrollado en los dos últimos años.

"¿Por qué hemos de limitarnos? ¿Por qué no podemos simplemente no pertenecer a ninguna dirección en concreto sino a todas las que a uno le apetezcan, le inquietan o le estimulan?", se pregunta Domecq mientras recorre la exposición. El artista jerezano presenta en San Sebastián una serie de acrílicos sobre lienzo y sobre papel con un único hilo conductor: "La búsqueda dentro de la tradición de la pintura figurativa, abstracta y la utilización del texto". Normalmente, Domecq inserta en sus cuadros textos de conocidos filósofos como Wittgenstein o Nietzche, dos de sus autores fetiche. "Me interesa mucho la filosofía, me pone en marcha". Coincide por ejemplo con el autor de Así habló zaratustra en que "la forma es el mensaje" y eso es lo que trata de conseguir en distintas obras. Por ejemplo, en una que presenta en San Sebastián construida a partir de la repetición de la palabra silence, silencio en inglés. Sólo en el centro aparece escrito a mayor cuerpo de letra word, palabra en inglés. "Quiero mostrar dos conceptos antagónicos que pueden juntarse y hablar de cómo la palabra prorrumpe en el silencio". Y lo hace en blanco y negro, como en varias de las obras que presenta en la Galería DV. "Llevo cuatro años con el negro. Llegué a él en un proceso de reducción, de síntesis, pero últimamente he trabajado en el mismo sentido también con otros colores", explica.

Posibilidades infinitas

Domecq defiende, ahora "que se supone que la pintura ha muerto y es una especie de causa perdida", que las posibilidades de esta disciplina son infinitas. "Siempre hay algo que no has hecho antes", afirma. Él, además de apoyarse en los textos, ha probado también con los números y plantea cuadros que parecen problemas matemáticos. "Me gusta mezclar la lógica con la pintura, cuestiones que se antojan incompatibles. De algún modo la lógica es lo contrario de la lírica y el resultado es un matrimonio de conveniencia".

El artista andaluz, cuyas obras están en colecciones privadas y públicas -el Centro de Arte Contemporáneo Reina Sofía, The Woodward Collection en Washington D. C., la Biblioteca Nacional o Caja Madrid- no recuerda cuando empezó a pintar. Hizo su primer retrato con seis años. "La parte de la pintura reproductiva siempre me ha fascinado", explica. "Me siento absolutamente libre cuando reproduzco la figura humana o la interpreto". Por eso nunca lo ha abandonado.