La experiencia
Unos dicen que es la madre de la ciencia, otros que es la savia y coraza del superviviente, hay quien comenta que la experiencia vale mucho y algunos, entre los que me incluyo, entendemos por experiencia el haber encajado una buena dosis de desengaños y traiciones, de la cual hemos aprendido a ser más cautos, a saber distinguir amigos y enemigos, a confiar más en los hechos que en los dichos y a estar siempre en guardia, pues a pesar de todo, siempre hay quien suelta un sopla-mocos imprevisto que nos puede cruzar la cara.
También es cierto que hay buenas experiencias y espejos que siempre dan una verdadera imagen donde defectos y virtudes se plasman nítidamente sin trampa ni cartón, experiencias que calan, que dan vida y esperanza en esta sociedad plagada de egoístas e hipócritas. Estamos en momentos claves y oportunos que ninguno podemos desaprovechar, si de verdad apostamos por la paz, por el reconocimiento de todos los derechos, por la puesta en practica de todos ellos, por el dialogo y el entendimiento para lograrlos, por la luz para evitar las sombras, por la palabra cómo única arma.
Todos los planes y propuestas son mejorables y negociables. Tenemos experiencia para sacar conclusiones, para no tropezar en las mismas piedras, para que no chirríen las ruedas y para que todos podamos tirar del carro de la libertad y democracia sin que nadie tenga que pagar un peaje tan caro y doloroso cómo hasta la fecha.
Ninguna herida se cura hurgando en ella. Todo tiene solución si se coge a tiempo y se quiere, y esto sí que es, una buena experiencia para todos.