Abandonados antes de Navidad
Trece ancianos viven en una residencia en Málaga gracias a las empleadas del centro, del que el propietario no se hace cargo
Varios mayores dormitan en la sala de estar de la residencia Geriasur, indiferentes a la televisión y a las espléndidas vistas de Málaga, mar incluido, que llenan el ventanal. Pese a la cercanía de las fiestas navideñas, no hay un solo adorno, ni árbol, ni nacimiento en esta residencia, en la barriada de Carlinda, al norte de la ciudad, porque ni las trabajadoras ni los ancianos saben si para Nochebuena seguirán aquí. Hace ya una semana que el propietario, José Antonio García Jiménez, desapareció tras decir vía telefónica a la encargada, Rocío Portillo, que se llevasen a los residentes, porque a él no le interesaba seguir con el centro abierto.
Según cuentan las trabajadoras, los nervios, la tristeza y el malhumor se han adueñado de los 13 residentes que quedan -había otros dos más, que se han ido, uno con su familia y otro a otra residencia-, con edades entre los sesenta y los noventa y tantos. "Este hombre nos da un trato que no es de persona", cuenta Pascual Aragón, de 67 años, al borde de las lágrimas. "Estamos descompuestos, hechos polvo, incluso secuelas que tenemos nos van saliendo, como dolores en las piernas o en la espalda", asegura este trabajador jubilado de Renfe.
Pascual pide que el propietario "al menos se presente y dé un tiempo para resolver la situación, pero no así, de forma improvisada". Con esta idea, que García Jiménez "dé la cara y haga las cosas de forma legal", dice Portillo, los familiares han decidido que no se llevarán a sus mayores de Geriasur hasta que el propietario aparezca y dé explicaciones. "Al menos que sirva de precedente, si no, cualquier empresario puede cerrar y echar a los ancianos sin decir nada", opina.
Pero García Jiménez sigue sin dar señales de vida por su residencia, Geriasur, y con el móvil desconectado. Mientras, las cinco empleadas del centro -a las que se ha unido como voluntaria una ex compañera- siguen realizando su trabajo, sin saber si van a cobrar por él o lo que va a pasar con sus puestos. "No sabemos nada, porque no nos lo han comunicado, así que seguimos cumpliendo con nuestras obligaciones", afirma Portillo. "Me imagino que se cerrará y tendremos que poner muchas denuncias", adelanta. "Nosotras ya lo arreglaremos en los juzgados, pero estamos aquí por ellos", dice, en referencia a los ancianos.
Por el momento, "no les falta de nada" en la residencia, asegura Portillo, pero gracias a la anterior empresa responsable del centro, Cuidados Geriátricos Malagueños, que el pasado miércoles tuvo que entregar las llaves del inmueble por orden judicial después de que el propietario ganara una demanda por impago y retomara la dirección del centro, para desentenderse del mismo. "Nos dejaron comida para unos días, y al enterarse de que empezaba a faltar, nos trajeron más, y se han comprometido a seguir haciéndolo hasta que se resuelva la situación", explica la auxiliar de enfermería. Portillo espera que una vez pasado el puente de la Constitución, la Delegación de Igualdad y Bienestar Social les dé una solución de forma rápida.
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