Michael Winterbottom, en clave futurista
Fue el de ayer uno de esos días, mediada ya la programación del festival, en el que se comenzó a apreciar el peso de los días. Porque si hasta ahora las películas de la selección oficial a concurso tenían algún que otro desfallecimiento, pero en general respondían a un interés indisimulable, la tendencia se quebró, y por partida doble: ni la en principio inquietante, aunque a la postre insustancial, La memoria de los muertos, de Omar Naïm, ni la pretenciosa e insufrible parodia hispana The birthday, del debutante Eugenio Mira, rodada en inglés, aportaron nada interesante. Sólo se salvó de la quema la fantasía futurista Código 46, de Michael Winterbottom, aunque, en puridad, tiene poco de novedoso: rodada en 2003, ya se dio a conocer en la Mostra de Venecia de aquel año, y es, por tanto, anterior a la última producción del británico estrenada aquí, Nine songs.
En un futuro no demasiado lejano, el mundo está no sólo muy ordenado, sino incluso obsesivamente controlado por poderes omnímodos, como la gran corporación Esfinge, para la que trabaja un peculiar agente (Tim Robbins) que actúa por intuición. Pero trasladado a Shanghai para averiguar qué se esconde detrás de un tráfico de pases de libre circulación, esenciales para la vida en ese mundo, termina enamorándose de María (Samantha Morton), responsable del delito, con la que vivirá un romance de imprevisibles consecuencias.
Código 46 es una nueva vuelta de tuerca en la peculiar, desconcertante pero casi siempre interesante filmografía de Winterbottom. Narrada con una gélida distancia, pero al mismo tiempo tocada de un romanticismo controlado y austero, el filme está muy por encima de todo lo visto.
Por el contrario, La memoria de los muertos, ópera prima del libanés-estadounidense Omar Naïm, tiene un arranque primoroso y un apasionante planteamiento: en un mundo futuro, a la gente pudiente se le implanta un chip que, a su muerte, es capaz de dar cuenta de lo que fue su vida para que un montador haga con las imágenes un montaje para el gusto de los deudos. Naïm desperdicia tanto sus intuiciones de guionista como un elenco en el que destacan Robin Williams, Mira Sorvino y Jim Caviezel, y se adentra en una inane historieta de persecución y escándalos que echa por tierra, en la segunda parte del metraje, todo lo que laboriosamente construyó en su inicio.
Babelia
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