Un lento y contumaz descalabro
Cuál es la razón de la escasa presencia de las mujeres en los ámbitos de decisión? Los datos atestiguan que el problema, desde luego, no es la preparación o la falta de ambición. En 2002, de los 50 mejores expedientes de bachillerato, 37 eran de mujeres, y también lo eran 123 de los 183 premios nacionales fin de
carrera de ese mismo año. Ellas copan, además, algo más del 50% de las plazas de cursos de doctorado. Pero un estudio de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) alerta de que "el primer escalón en el que las mujeres sufren un descalabro es al completar la tesis doctoral", donde sólo aprueban el 44% frente al 56% de los hombres. Más datos: en 2002, en el programa Ramón y Cajal de contratación de investigadores posdoctorales, las solicitantes femeninas sumaban el 44%. Sin embargo, sólo el 34% de los contratos concedidos se adjudicaron a mujeres, lo que significa una tasa de éxito de un 65% de las mujeres respecto a los hombres. ¿Por qué? El estudio subraya que menos del 10% de los miembros de los comités de selección de estas convocatorias son mujeres.
Este paulatino pero contumaz recorte de la presencia femenina conforme se asciende en el escalafón tampoco tiene explicación en la elaboración de publicaciones y proyectos en las áreas de investigación. Un análisis comparativo sobre la producción científica anual entre hombres y mujeres investigadores en los centros del CSIC en Cataluña no encuentra diferencias que justifiquen la disminución del porcentaje de mujeres a medida que se sube en los puestos de responsabilidad.
Para Carmina Virgili, catedrática de Geología de la Universidad Complutense desde 1963 y una de las primeras mujeres en acceder a una cátedra, la discriminación en los centros de decisión "es, sobre todo, un problema de educación, porque aún se arrastra la visión sexista de que una mujer que tiene poder se sale del molde común". Virgili, que recuerda que en los años sesenta su cargo se vivía en la universidad como "la excepción que confirma la regla", subraya que las leyes deben garantizar una igualdad real de condiciones y méritos a la hora de cubrir los puestos de responsabilidad y que se deben adoptar fórmulas para compaginar la vida laboral y familiar, tanto para hombres como para mujeres. "Si se quiere, se puede", advierte Virgili a las administraciones.
Para Montse Sánchez, de 41 años, subdirectora de Promoción Institucional y profesora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Terrassa, de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), en el sistema académico las diferencias entre hombres y mujeres son "subsanables y se pueden corregir con políticas activas". "El acceso a los puestos de responsabilidad es más transparente en el sistema universitario que en otros ámbitos laborales", como las empresas, donde la discriminación es "mucho más evidente", añade.
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