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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Elecciones en Portugal

El conservador Santana Lopes apenas ha durado cuatro meses como jefe del Gobierno de Portugal. El presidente de la República, el socialista Jorge Sampaio, ha considerado lo más oportuno anticipar en casi dos años el final de la legislatura -los comicios se celebrarán probablemente el próximo febrero- ante la carencia de las "condiciones políticas indispensables" para gobernar del primer ministro y líder del Partido Socialdemócrata (PSD), que sustituyó a mediados de julio a su colega Durão Barroso tras la designación de éste como presidente de la Comisión Europea.

La decisión parece lógica, y sobre todo sensata, dada la división que el ex alcalde de Lisboa ha generado en su propio partido. Sampaio podía haberlo hecho mucho antes, como le sugirió la oposición socialista en julio e insinuaron algunos notables del PSD, que criticaron el dedazo con el que Barroso designó a Santana Lopes. La gota que ha colmado el vaso ha sido la dimisión de uno de sus más leales aliados, el ministro de Deportes, que se ha sentido engañado.

A la descoordinación entre diversos departamentos hay que sumar el aparcamiento de la política de austeridad económica de Barroso, la falta de ideas en política exterior, cierto euroescepticismo -el referéndum sobre la Constitución europea, convocado para la próxima primavera, tal vez se retrase-, el escaso entendimiento con los agentes sociales y las interferencias en los medios de comunicación.

El fracaso estaba cantado. Y las encuestas así lo indican. La última, realizada antes de la crisis, da a los socialistas y al nuevo líder del PS, José Sócrates, un joven político moderado, casi el 50% de apoyo frente a poco más del 32% para el PSD. Pese a todo, Santana Lopes fue refrendado por gran mayoría en el cargo de líder en el congreso del partido el pasado mes. Sin embargo, su triunfo esconde una formación dividida, en la que algunos dirigentes cuestionan el alocado plan presupuestario, que ha suscitado perplejidad e irritación en Bruselas al apartarse claramente de los límites marcados por el Pacto de Estabilidad.

El presupuesto de 2005 contempla rebajas de impuestos, aumento de los salarios del funcionariado y más inversión pública. Eso significa un déficit real del 4,2% del PIB y la imposibilidad de reducirlo al menos hasta 2007 por debajo del 3% que estipula el Pacto de Estabilidad europeo. Portugal fue el primer país de la UE en violarlo en 2001. Sujeto a amenaza de castigo por Bruselas, Barroso se vio obligado a aplicar medidas de austeridad en plena recesión. Las perspectivas económicas ahora son algo mejores pese a que la agencia internacional Standard and Poor acaba de rebajar la calificación crediticia del país vecino.

Los comicios abren interrogantes para el PSD, en el poder desde 2002. Tendrá que decidir si seguirá apostando por Santana Lopes y definir su relación con el derechista Partido Popular, socio en la coalición gobernante. Y en el PS habrá que saber qué función tendrá el ex comisario europeo Vitorino, seguramente el político socialista portugués más calificado en este momento y encargado de preparar el programa electoral.

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