Visca Madrid
Para amasar una gran fortuna hay que hacer harina a mucha gente, decía uno de los personajes del dibujante Quino, y algunos creen que para fabricarse una reputación política basta con aplicar la misma fórmula. Gente oportunista y un punto megalómana, siempre dispuesta a saltar de titular en titular como quien suelta una liana para coger otra, y a la que no le tiembla el pulso a la hora de manipular los peores sentimientos de cada una de sus víctimas, que suelen ser, en gran parte, todas esas pasiones que pueden resumirse con la palabra "bandera", esa alfombra bajo la cual se barre el polvo de las patrias.
Hoy, una vez retirado de circulación quien-ustedes-ya-saben, el título de Pepe el Banderas no lo puede llevar nadie mejor que Josep Lluís Carod Rovira, el dirigente de Ezquerra Republicana que lo mismo se sube a un coche y te soluciona lo de la ETA, que le pone 3 en 1 a las bisagras de la puerta del Parlamento, para que se abran mejor. Su última hazaña ha sido llamar a todo catalán que se precie de serlo a boicotear la elección de Madrid como sede olímpica, en represalia por la negativa de la Federación Internacional de Patinaje a reconocer a la selección catalana de hockey.
Esta vez, la rovirada ha sido tan patosa que hasta su segundo de abordo en ERC, Joan Puigcercós, se ha quitado de en medio, para que no le salpicase el parloteo de su camarada: "Los ciudadanos de Madrid merecen unos Juegos Olímpicos", dijo Puigcercós. Naturalmente.
El problema de los sucesivos Pepe el Banderas que tiene que soportar este país, esos cargos públicos que al mezclar la política con el folclor confunden ser diputados, ministros o presidentes con dirigir una compañía de Coros y Danzas Regionales, es que no conocen a la gente a la que quieren manipular. Creen que sí, pero no. Y eso se va a ver cuando los ciudadanos de Cataluña apoyen de forma masiva la Olimpiada madrileña, cosa que van a hacer, además, por encima de las mezquindades de quienes dicen representarlos y se jactan de ser sus portavoces.
No sé si el presidente del FC Barcelona, por ejemplo, se habrá enterado de cuántos catalanes están indignados y sienten una aguda vergüenza ajena porque, en el último partido de su equipo frente al Real Madrid, en el Nou Camp, Joan Laporta evitara que los jugadores de los dos conjuntos salieran al estadio con una pancarta de apoyo a Madrid 2012, lo mismo que en el último encuentro del Santiago Bernabéu llevaron una de apoyo al Fórum 2004.
¿Pensó Laporta en qué situación de descortesía e ingratitud colocaba a una ciudadanía que, con toda la razón, siempre ha presumido de su caballerosidad y su señorío? ¿Le importó? No se sabe bien si el ventajismo es una rama de la hipocresía o una forma de ceguera, pero en cualquier caso, no es nada bueno, ni para quien lo padece, ni para los que le rodean.
Rovira y Laporta quizás no saben, olvidan o no quieren saber que Madrid fue, con mucha diferencia, la ciudad que más voluntarios aportó a las Olimpiadas que se celebraron en el año 1992 en Barcelona. Aunque, claro, de la demagogia a la demografía hay tan poca distancia que tal vez lo justifiquen diciendo que eso ocurrió sólo porque la capital es la ciudad más habitada de España. Es lo malo de la oratoria barata, que no necesita razones, le basta con disponer de argumentos, por bobos que éstos sean. Si ya lo decía Groucho Marx: "El secreto del éxito es la honestidad: si puedes evitarla, es tuyo".
Seguramente lo peor de todo esto es que se trata de un síntoma que resume uno de los peligros a los que está expuesto todo país democrático, que es la utilización malintencionada de sus diferencias. Toda esa gente, de uno y otro bando, que intenta exprimir a estas alturas el limón de las rivalidades entre Madrid y Barcelona, por ejemplo, y que transforma cada palabra en una afrenta, cada gesto en una forma de venganza. Qué lacra.
¿Saben qué dijo el provocador Jorge Luis Borges cuando le fueron a pedir su opinión sobre la guerra de las Malvinas?: "Pero ¿por qué se pelean por algo tan insignificante? ¿Por qué no se las dan a Bolivia, que no tiene salida al mar?". Pues bueno, es sólo una idea, pero ¿por qué no le dan Carod Rovira a Cuba o a Guinea, que no tienen agitadores de curso legal?
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