La goleada deja perplejo a Mora
El Levante, al que frenó Casillas en el primer tiempo, sucumbe ante los golazos de Ronaldo, Figo y Beckham
Mora, portero de larga experiencia en el fútbol, llegó al Bernabéu con el Levante, equipo que ha atravesado décadas de penurias. Tenía algo de fiesta su regreso a uno de los templos del fútbol, acompañado por una hinchada que creyó en el milagro durante la primera parte. El Levante jugaba bien y Mora asistía como espectador a uno de los habituales partidos del Madrid. En medio de los silbidos, el Madrid iba directo al naufragio con un pésimo fútbol. Un minuto antes del descanso, Mora se acercó a la red para recoger el balón. Acababa de recibir el primer gol. Hizo el mismo penoso paseíllo tres veces más en el siguiente cuarto de hora, probablemente perplejo ante la puntería de los jugadores del Madrid. Parecía un ujier. Iba a la portería, tomaba la pelota entre sus manos y la entregaba con gesto abatido a un compañero. Nadie supo de Mora durante todo el partido. No detuvo un balón, no se acreditó en el puesto, el peor trago para un portero que terminó por recibir cinco goles.
REAL MADRID 5 - LEVANTE 0
Real Madrid: Iker Casillas; Michel Salgado, Helguera, Samuel, Roberto Carlos; Beckham, Guti, Celades (Javi García, m. 76), Figo (Solari, m. 63); Raúl (Owen, m. 66) y Ronaldo.
Levante: Mora; Pinillos, Culebras, Alexis, Jesule, Harte; Celestini, Juanma (Manchev, m. 63), Rivera, Nacho (Ettien, m. 63); Sergio (Congo, m. 63).
Goles: 1-0. M. 42. Ronaldo entra en el área y bate a Mora por bajo. 2-0. M. 50. Figo lanza un derechazo desde fuera del área que entra por la escuadra. 3-0. M. 51. Ronaldo sorprende a la zaga del Levante y cruza la pelota a Mora en su salida. 4-0. M. 55. Beckham, de gran disparo. 5-0. M. 85. Owen, tras un brillante jugada de Guti.
Arbitro: Turienzo Alvarez. Amonestó a Helguera, Celades, Figo, R. Carlos, Rivera, Mora y Alexis.
Unos 76.000 espectadores en el Bernabéu.
No hubo nada reprochable en la actuación de Mora, por frustrado que se sintiera después del encuentro. Le tocó escuchar una especie de grandes éxitos de Ronaldo, Figo y Beckham, autores de cuatro goles espectaculares. El esmerado trabajo del Levante no sirvió de nada frente a la contundente respuesta del Madrid, cuya actuación explica el cambiante humor de los hinchas. Durante la primera parte, la afición bajó el dedo y no se evitó ningún reproche a los jugadores. Hubo censuras para todos. Las más sonoras estuvieron dedicadas a Ronaldo, condenado a una relación de amor y odio en el Bernabéu. Se concentraron las críticas en Ronaldo, pero todo el equipo despertó la irritación del personal. El Levante, con un puñado de jugadores de aluvión, curtidos aquí y allá, se movió en el partido con seguridad, sin acomplejarse, uno más de los muchos equipos que han jugado bien en Chamartín, al menos hasta que se rompió el encuentro.
La novedad en el Madrid fue la simetría. Por primera vez en las dos últimas temporadas, Figo jugó en el ala izquierda y Beckham regresó a la derecha, su posición natural. O así se hizo famoso en el Manchester United. Ha sido extraña la resistencia a este experimento. Es cierto que la ausencia de Zidane favoreció ayer una medida que parece sensata, pero incluso con el astro francés se puede articular un equipo con un dibujo más equilibrado. Sin embargo, la victoria no tuvo ninguna relación con la simetría, ni con el juego, deficiente durante casi todo el encuentro. La victoria fue cosa del instinto goleador de Ronaldo y su poderío, de un tirazo de Figo y de un prodigioso remate de Beckham. El pie no se le discute; el conocimiento del juego, sí.
Antes de la explosión de goles, el Levante no sólo discutió el partido al Madrid: fue mejor en todos los aspectos. Jugó con naturalidad y criterio. Hasta se permitió un par de ocasiones frente a Casillas, que actuó con los reflejos de costumbre en un remate de Sergio García y en otro de Nacho. A la hinchada del Madrid no le gustaba lo que veía. Se molestó por todo y comenzaron los silbidos. Los primeros, para Ronaldo. Crecieron los decibelios y aquello daba muy mala espina para el Madrid. Beckham pasó inadvertido en la banda derecha: no sacó ni un triste centro. El equipo se inclinó a la izquierda por la insistencia de Figo. Pero la insistencia no se concretó en desbordes. El equipo tenía el aire deprimido que le caracteriza en los últimos tiempos. Sólo Guti tiraba pases.
Beckham apareció en escena para ejecutar un espléndido pase a Ronaldo. Lo hizo desde el eje central. Se abrió un pequeño debate: si este hombre es capaz de desplazar la pelota con tanta facilidad, ¿por qué no debería jugar de medio centro? Por una razón: porque un grano no hace granero. Beckham puede dibujar un gran pase, pero no tiene un plan en la cabeza. Y un medio centro, un verdadero medio centro, tiene toda la baraja del partido y la reparte según conviene. Ronaldo mejoró el pase con lo que se puede denominar como uso creativo del cuerpo. Lo utilizó para cruzarse en el camino del central, proteger la pelota y dejarse el espacio necesario para el remate. Fue el primer viaje de Mora a la red. Luego llegaría el segundo tras un violentísimo tiro de Figo. El tercero recordó al primer tanto: el pase largo de Celades, el desmarque de Ronaldo, el control perfecto y la definición intachable. Los hinchas se entusiasmaron. Así es el fútbol. De los reproches se pasó a las ovaciones a Ronaldo, al que no conviene discutir demasiado. Es una máquina de hacer goles. Que se lo pregunten a Mora, perplejo ante la realidad de la vida. Recibió cinco goles y todavía no sabe cómo ha sido.
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