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Columna
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Sanidad financiera

El Consejo de Política Fiscal y Financiera, en su reunión del pasado 22 de noviembre, aprobó los Planes de Saneamiento Financiero de las Comunidades Autónomas que habían presentado un déficit importante en sus cuentas del año 2003, entre las que se lleva la palma, ¿no lo adivinan?, nuestra querida Comunidad Valenciana con 971 millones de euros; esto es, 160.000 millones de las antiguas pesetas.

Los irresponsables de la cosa, es decir el consejero de Economía y sus corifeos habituales, se han apresurado a señalar básicamente dos cosas: que el Plan de Saneamiento era muy bueno, y por eso ha sido aprobado "con ligeras modificaciones" y que los cambios obligan a cargarnos unos impuestos sobre las gasolinas y gasóleos que ya están levantando ronchas en los sectores productivos más directamente afectados, como el transporte o la agricultura.

Las "ligeras modificaciones" introducidas por el Consell han supuesto pasar de reconocer un déficit de 301 millones de euros a comprometer un saneamiento de 780 millones, por tanto, bastante más del doble de lo que se planteó en la primera versión del Plan de Saneamiento. Naturalmente que entre las medidas se encuentra el aumento en el precio de los carburantes, pero también otras cuyo significado no debe escapar a la percepción de los ciudadanos, como las inversiones que van a tener que ser retrasadas, la creación de nuevas tasas o la introducción de medidas para una mejor gestión de la sanidad, que, a lo que parece, no se gestionaba bien hasta ahora.

A pesar del vértigo que provoca pensar que, para enderezar esto mínimamente, la Generalitat va a endeudarse en casi mil millones más de euros de aquí a 2008, con lo que los valencianos vamos a asegurar así nuestro liderazgo en el ranking de Comunidades Autónomas más endeudadas, lo más importante de este Plan de Saneamiento aprobado no son las cifras, sino lo que ha significado el proceso de su aprobación.

La Generalitat Valenciana mandó un primer Plan que mostraba su absoluta despreocupación por cualquier atisbo de disciplina financiera. En el País de las Maravillas del Partido Popular no existen las deudas ni las hipotecas financieras y, en consecuencia, no hay que preocuparse por ellas. Pero, dada la situación de gravedad de las finanzas autonómicas, evidente para todo el mundo menos para el Gobierno de los Camps, el Ministerio de Economía tenía que elegir entre suministrar el viático al enfermo terminal -la hacienda de la Generalitat- o asegurar un tratamiento mínimo que mantenga al enfermo con vida, aunque sea con respiración asistida, hasta que se alcancen nuevos acuerdos de financiación que permitan sacarlo de la UCI.

Paradójicamente, las baterías se han dirigido contra el Gobierno de Madrid ante las desagradables medidas que ahora hay que tomar. La culpa, por tanto, no sería de la enfermedad que tiene postrado al enfermo, sino del médico que receta la medicina. El problema para el Consell es que ya no puede ocultar por más tiempo donde está el origen de todos estos desatinos: la clientelar y partidista gestión que el Partido Popular ha hecho del dinero de todos los valencianos durante sus años de mandato. Todo empezó con la virulenta infección provocada por el virus EZ, pero ha seguido después, año tras año, con las nuevas cepas del mismo virus, plasmadas en sucesivos proyectos ruinosos y en el engorde incesante de los puestos en la Administración Autonómica para pagar favores políticos.

El Plan de Saneamiento constituye una oportunidad para reconducir la situación de las finanzas autonómicas, siempre que se cumpla en todos sus términos. Los socialistas vamos a ser escrupulosos en su seguimiento, dado el historial que el Consell arrastra de incumplimientos y mentiras presupuestarias, porque creemos que es la única forma de introducir una cierta racionalidad donde no la hay.

El resultado de esta ausencia de racionalidad es que los valencianos y valencianas vamos a pagar con nuestros impuestos las alegrías financieras de la Generalitat del Partido Popular. Cada vez que nos acerquemos a una gasolinera para repostar estaremos pagando la irresponsabilidad de nuestro Gobierno autonómico. Litro a litro, el ricino nos lo suministran a nosotros. Con razón le llaman al recargo sobre la gasolina el "céntimo sanitario".

Enrique Villarreal es secretario de Economía, Hacienda y Empleo del PSPV-PSOE.

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