La mayoría de edad del islam en España
Cuando nos acercamos al islam pueden suceder dos cosas: que entremos en un camino espiritual o nos encontremos con alguien como Kamal Mustafa, imán de Fuengirola. En el primer caso, viviremos un deslumbramiento: la entrada en el universo de los signos, en una cosmovisión que nos conmueve. En el segundo caso, nos topamos con una religión de clérigos, que a duras penas consiguen ocultar su misoginia. Ellos se nos presentan como "los guardianes de la tradición", con sus títulos de teología por prestigiosas universidades, y nos previenen sobre nuestra ignorancia de conversos.
Hasta que un día, Kamal Mustafa se presenta con una varita para enseñarnos cómo hay que pegar a las mujeres. Nos enseña que hay que dar suave para no dejar marcas, y en zonas no sensibles, para que el daño infligido no sea físico, tan sólo psicológico... Ese día todo se desvanece. No podemos seguir en connivencia con gentes que defienden la superioridad del hombre sobre la mujer, o su derecho a golpear sus pies con una vara.
No nos engañemos: Kamal Mustafa no es inocente, sino un predicador al servicio de intereses muy determinados. No podemos considerarnos "correligionarios" de quien condena como "herejes" a los que no piensan como él, que se presenta como un "sabio del islam" y lleva al islam a los tribunales, que quiere que el islam sea condenado para salvar su orgullo y su prestigio... ¿Acaso no sabemos que recibe su sueldo de Arabia Saudí? Es entonces cuando miramos hacia los mal llamados "países musulmanes". La miseria se apodera de Marruecos, de Sudán, de Pakistán, de Irán, de Mauritania..., mientras clérigos y emires cantan las alabanzas de Dios cogidos de la mano... Ellos se apoderan de las riquezas de sus pueblos, explotan sin piedad a los trabajadores, malvenden el petróleo para comprar armamento y defender sus privilegios ignorando las necesidades de la ciudadanía.
Ya no pueden engañarnos: adiós a todo eso. Durante todo este tiempo algo hemos aprendido: todos aquellos elementos que constantemente son usados para demonizar el islam son ajenos al Corán y al ejemplo de Muhammad, que la paz sea con él.
Es entonces cuando nuestra misión se clarifica: defender un modelo de islam fiel a las fuentes, el único viable en nuestras sociedades democráticas. Ahora podemos decirlo claramente: no a la lapidación, no a la discriminación de la mujer, no a la condena de los homosexuales, no a los malos tratos, no a la tiranía, no al delito de apostasía, no al terrorismo, no a la intolerancia religiosa, no a la teocracia. El islam que tratamos de vivir no tiene que ver con el islam de los clérigos y los Estados, sino con el contacto directo entre el Creador y la criatura que se verifica en el corazón de cada ser humano.
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