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Reportaje:INFORME

Turismo de sol, playa y hospital

Visto en la distancia, el hospital Torrecárdenas, de Almería, podría confundirse con uno de los mastodónticos hoteles que desfiguran el litoral español. No sólo por las dimensiones, sino por su emplazamiento, casi turístico, en una pequeña colina desde la que se domina el mar. Pero no fueron las vistas las que trajeron hasta este centro médico a W. P., cirujano alemán que ingresó este otoño para someterse a una delicada operación de by pass vascular. Se trata de una intervención compleja que exige seis o siete horas de quirófano y una decena de días de hospitalización.

Para sorpresa de los doctores que le atendieron, a pesar del elevado riesgo quirúrgico, y de las dificultades de comunicación (W. P. no habla una palabra de español), el paciente prefirió ponerse en manos de los cirujanos del Torrecárdenas que ingresar en un hospital de Alemania, donde reside su familia.

"La decisión de operarse en España tiene su lógica tratándose de un fumador empedernido, porque aquí no se les pone la menor dificultad", dice un médico del hospital Torrecárdenas
La buena sanidad es un ingrediente esencial en el cóctel turístico español, que ha resistido todos los envites, hasta ahora. Pero este atractivo añadido tiene sus costes
Sólo los británicos compraron 75.000 viviendas en lo que va de año en España, fundamentalmente en Andalucía, según una agencia inmobiliaria
"La mayoría de los jubilados no figura como residente. Tienen sus seguros y, cuando se presenta una urgencia, van al hospital público", según Octavio Granado, de la Seguridad Social
"Los alemanes tienen sus propios seguros privados; si vienen al hospital no es porque la sanidad española sea más generosa, sino porque viven aquí", según el traumatólogo Werner Brill
Los jubilados españoles no pagan los fármacos, "y este derecho se extiende a los pensionistas comunitarios residentes aquí", explica el director del hospital comarcal de Denia

La decisión tenía su lógica tratándose de un fumador empedernido, de dos cajetillas diarias. "Probablemente la Sanidad alemana le hubiera puesto muchas pegas para operarle. Aquí no ha tenido la menor dificultad. La Sanidad española es muy generosa y permisiva, y eso los extranjeros lo saben", dice un especialista del hospital almeriense, que evalúa en casi un tercio el porcentaje de pacientes europeos que recibe el centro almeriense.

Dotaciones sanitarias

Antes de comprar un apartamento en cualquier rincón de la costa mediterránea, de Cádiz al cabo de Rosas, los pensionistas extranjeros se han acostumbrado a comprobar la dotación sanitaria de la zona. Un hecho relevante para los gestores del turismo español que incluyen ya en las páginas web de municipios playeros, junto a la lista de bellezas locales, también clínicas, hospitales y centros de salud.

Hasta el momento el éxito es total, aunque nadie se atreve a dar cifras concretas de la población europea afincada en España. Las estadísticas hablan de unos 500.000 residentes, pero no hay datos concretos sobre el número siquiera aproximado de pensionistas acomodados que han vendido todo lo que tenían en Inglaterra, Alemania o Noruega y se han instalado en la costa española.

"En Marbella habrá unas 300.000 personas viviendo en urbanizaciones perdidas que no están censadas", dice una fuente municipal. Pero el fenómeno es similar en Benidorm (con tan sólo 67.000 habitantes de derecho), Torremolinos o en los paraísos balear y canario. Sólo los británicos compraron unas 75.000 viviendas en lo que va de año en España, fundamentalmente en Andalucía, según Parador Properties, una agencia inmobiliaria especializada en propiedades españolas. Entre las bondades que les cautivaron figura, desde luego, el clima, los precios todavía baratos y, sin ninguna duda, los servicios sanitarios.

Por más que en las estadísticas europeas los españoles muestren sistemáticamente cierta desafección por la Sanidad propia, lastrada por una deuda que se estima en torno a los 4.500 millones de euros, y por más que las listas de espera sean una pesadilla obligada en muchos tratamientos, la buena sanidad es un ingrediente esencial en el cóctel turístico español que ha resistido todos los envites, hasta ahora, incluidos los planteados por las ofertas de países como Croacia, Grecia y Turquía.

Paso a paso, España se va convirtiendo en un gigantesco geriátrico turístico. Pero esa atracción tiene también sus costes. Porque, ¿quién paga la factura de nuestro cirujano alemán, y la de la veintena larga de pacientes europeos sometidos a delicadas operaciones de cirugía vascular en el hospital Torrecárdenas a lo largo del año, o en otros hospitales de nuestras costas?

"Depende de la situación en que se encuentren. Si son residentes extranjeros, pagan una cuota fijada de acuerdo con criterios de la Unión Europea, que es de unos 100 euros al mes. Si, por el contrario, están en situación de turistas, con su tarjeta sanitaria europea

[antiguo formulario E-111], lo que gastan lo paga la Sanidad de sus países de origen", explica Octavio Granado, secretario de Estado de Seguridad Social, y un experto en estas delicadas cuestiones contables en manos de la Tesorería de la Seguridad Social.

Sin embargo, aunque todo esté bajo control, hay dos factores que pesan negativamente sobre los intereses nacionales. Por un lado, Bruselas es un pagador cicatero que tasa a la baja los gastos médicos facturados. Por el otro, las comunidades autónomas que tienen las competencias de Sanidad no facturan con total rigor los gastos de atender a sus turistas. Primero, porque el reparto que se hace de lo que España recibe por este concepto del fondo de compensación europeo es sumamente aleatorio y las autonomías que más gastan no siempre reciben más, lo que no les estimula a facturar. Y, segundo, porque es raro que se cargue una peseta por la atención primaria, que en España es gratuita, mientras en Europa no lo es, o que los gestores cuenten los gastos de traslados en ambulancia, por no hablar de un sinfín de detalles difíciles de contabilizar en euros.

Jubilados en España

¿Y a qué capítulo pertenecen los cientos de miles de jubilados extranjeros instalados en España? "La mayoría no se inscriben como residentes. Tienen sus seguros y sus médicos, y, cuando se presenta alguna urgencia grave, acuden al hospital público más próximo. Y lo que gastan pasa al mismo apartado que el de los turistas".

Granado extiende sobre la enorme mesa de reuniones de su despacho, en los Nuevos Ministerios de Madrid, un par de folios que suscitan de inmediato varias preguntas. "Son los gastos de asistencia sanitaria internacional de 2003", dice. En una casilla se señalan las sumas recibidas de la Unión Europea por los gastos en atención a los turistas (según los países de procedencia); en la otra, los pagos efectuados por España para cubrir la atención de sus ciudadanos en el extranjero. Y las cifras asombran. "No me casan. ¿Cómo España, un país turístico, puede haber gastado sólo 30 millones de euros en atención a visitantes, cuando el coste de la atención que han recibido fuera nuestros nacionales es de 18 millones de euros?", dice Granado. Además de minúsculo, el saldo neto de apenas 12 millones de euros hay que repartirlo entre 17 comunidades en función de la facturación y de su población. Así que las autonomías turísticas por excelencia (Andalucía, Canarias, Baleares o Cataluña), no siempre salen ganando.

En Baleares, por ejemplo, donde los extranjeros residentes son ya un 10% del millón de habitantes, y en temporada alta la población llega a los nueve millones, el coste no reembolsado de la atención médica no es ninguna broma. "Hice un estudio en el que se demuestra", explica Francesc Moranta, subdirector de contabilidad de la Sanidad balear, "que recuperamos sólo un 40% de lo gastado".

Así que a los pequeños y medianos hospitales de las islas no les salen las cuentas. El comarcal de Manacor (Mallorca), por ejemplo, atendió a casi un millar de pacientes de la Europa comunitaria -la mayoría, alemanes- a lo largo del año, de un total de 56.000 pacientes. Quinientos entraron por urgencias, lo que puede equivaler a no cobrar. En cuanto a los demás, "los alemanes tienen sus propios seguros privados; si vienen al hospital no es porque la Sanidad española sea más generosa, sino porque viven aquí y el médico de cabecera les envía al hospital con su volante correspondiente", dice el traumatólogo hispano-alemán doctor Werner Brill.

Los técnicos en la materia reconocen que la Sanidad alemana, como la de otros potentes socios comunitarios, es más generosa en lo que respecta a la atención asociada, que ofrece más tratamientos de rehabilitación, o prevención. Los alemanes costeaban hasta hace poco, incluso los tratamientos balnearios. En cambio, en la perspectiva del acto médico, la Sanidad española es mucho mejor, en opinión de la mayoría de los especialistas.

Un capítulo especialmente ventajoso del sistema es el de las medicinas. Los jubilados españoles no pagan nada por los fármacos que usan, "y este derecho se extiende a todos los pensionistas comunitarios residentes aquí", dice el director del hospital comarcal de Denia, que convive, como todos los centros médicos de la costa levantina, con este fenómeno. En los ambientes médicos hay quien considera este capítulo extraordinariamente ruinoso para la Sanidad española. "En el año 1998 hice un estudio sobre lo que gastaba la Comunidad Valenciana en este capítulo de la medicación, y la cifra era de unos 800 millones de antiguas pesetas (unos cinco millones de euros)", apunta José Alfredo Agulló, coordinador de un centro de salud de Benidorm.

La factura se dispara

No es casual que la atención a inmigrantes y turistas se haya convertido en uno de los factores que han disparado la factura sanitaria española. "Son dos elementos clave, junto al uso excesivo de las tecnologías y el uso electoralista de la Sanidad", explica Juan del Llano Siñerís, de la Fundación Gaspar Casal. Este médico, coautor de un estudio sobre esta Sanidad española de todo para todos y gratis, cree que las transferencias de estas competencias a cada una de las comunidades autónomas han terminado de disparar los costes. Eso sin negar que los fondos destinados a esta materia (el 5,4% del PIB) son insuficientes. "Necesitamos invertir más en Sanidad, pero no todo se resuelve con más financiación", asegura.

Jesús García, especialista del hospital comarcal Marina Baixa, en Villajoyosa (Alicante), cree que sería necesario también mayor control del gasto. Cuando se inauguró, a finales de los ochenta, este hospital, situado en una especie de vaguada junto a la vía del tren, el fenómeno turístico era todavía controlable en toda la costa levantina. "Ahora ha crecido tanto que siempre tenemos un porcentaje de pacientes extranjeros", dice. De hecho, García aprendió inglés gracias a las clases especiales de uno de sus pacientes, un cartero británico que en vísperas de su jubilación, hace 15 años, decidió vender su casa de Londres e instalarse en esta costa.

"Estos pacientes británicos son muy agradecidos porque nuestro sistema es más generoso que el de su país. Los que tienen prótesis de laringe, por ejemplo, y necesitan que se les cambie, vienen con la nueva prótesis en la mano, sin saber que nosotros las ponemos gratis". García asegura que únicamente opera a extranjeros residentes, no a turistas de paso, que "sólo tienen derecho a la atención en urgencias en este hospital". Aunque a veces es difícil desentrañar la verdadera situación del paciente europeo. "Los turistas con tarjeta sanitaria sólo tienen derecho a ser atendidos en urgencias, cierto, pero en el caso de los británicos la cosa se complica porque sus tarjetas no caducan y pueden utilizarlas indefinidamente, y luego, tampoco tenemos los mismos criterios sobre las urgencias en todos los países", explica Agulló.

Eso sin contar con las condiciones físicas en las que ingrese un paciente. "Si un turista viene a Benidorm y es una persona pendiente de intervención quirúrgica, en una lista de espera en su país, y aquí se inestabiliza, por ejemplo, pues tenemos que tratarle e incluso operarle si la situación se agrava y no se le puede trasladar a su país", señala José María Carrasco, médico de la UCI del hospital de Marina Baixa.

Problemas de costes

El resultado de todo eso es que "en todos los hospitales de la costa mediterránea tenemos grandes problemas de costes por la atención a esta población afincada aquí, que reparte su vida entre España y su país de origen, y que consume muchísima Sanidad", reconoce Ignacio López Benito, director del hospital de Denia. "De los 8.000 pacientes que tratamos anualmente, al menos el 20% son extranjeros. Y es que, en estos momentos, tenemos la Sanidad más generosa del mundo. No hay restricciones de ningún tipo. Y lo malo es que difícilmente vemos restituidas las sumas que gastamos en ellos, porque las cuestiones financieras están muy retrasadas por problemas tecnológicos".

Octavio Granado no puede estar más de acuerdo. La cifra de poco más de 30 millones de euros facturados en asistencia a turistas y extranjeros afincados en nuestras playas no puede corresponder a la realidad. "El gasto real será por lo menos el doble. O quizá todavía más", reconoce. Pero este agujero sanitario no parece preocupante para la Administración comparado con los ingresos que representa el turismo en este país, nada menos que el 10% del PIB. Es decir, unos 8.300 millones de euros anuales. Bienvenidas sean las legiones de pensionistas en busca de sol, mar y camas hospitalarias.

Mary Taylor, ciudadana británica operada de cadera en el hospital comarcal de Marbella, fotografiada el pasado jueves.
Mary Taylor, ciudadana británica operada de cadera en el hospital comarcal de Marbella, fotografiada el pasado jueves.JULIÁN ROJAS

En busca de lo mejor de los dos mundos

LOS DESAJUSTES entre sistemas sanitarios europeos provocan continuos problemas financieros y dan origen a una pequeña picaresca que obliga a las autoridades sanitarias a andar con pies de plomo. "Hemos tenido algún problema con ciudadanos noruegos residentes en España que pagan su cuota mensual y tienen acceso a todos los servicios españoles", dice un experto de la Seguridad Social. La comunidad noruega en España no es de las más numerosas, pero en la costa levantina tienen incluso alguna representación municipal. "El problema es que algunos quieren tener acceso a los servicios de su propio país y a los nuestros. Nos ocurrió con un señor que se fue a Noruega a cambiarse completamente la dentadura, porque allí este servicio médico está cubierto por la Sanidad pública, y luego quería cargarnos a nosotros todos los gastos, viaje y estancia en su país incluidos. Un coste astronómico". Las autoridades españolas no aceptaron las facturas, pero, no hace mucho, el Tribunal de Justicia Europeo dio la razón a un alemán que optó por hacer la cura balnearia que le habían prescrito los médicos en una localidad italiana, convencido de que los gastos se los cubría el Estado. Cuando recibió una negativa por respuesta, recurrió al alto tribunal, que falló a su favor obligando al Gobierno alemán a pagarle también los gastos de desplazamiento.

Hay quien no aspira a que los jueces le den la razón, sino a escurrirse entre las rendijas legislativas. José Alfredo Agulló, coordinador de un centro de salud de Benidorm, cita, por ejemplo, sus problemas con turistas belgas que acudían a todos los centros de salud de la zona para hacer acopio de medicinas gratis. "Para la Sanidad española, una urgencia es medicar, por ejemplo, a un turista que viene con problemas de hipertensión, algo que no ocurre en ningún país de la UE", dice. "Estos turistas belgas utilizaban esta diferencia de criterio para hacer acopio de medicinas y volverse a su país con las maletas llenas". Al menos hasta que los centros de salud de Benidorm se dotaron de medios informáticos y se logró un control mayor de los pacientes asistidos.

En realidad, la picaresca sanitaria no conoce fronteras ni nacionalidades. "Muchos inmigrantes latinoamericanos facturan paquetes de medicinas a sus países de origen desde aquí", dice Jesús García, especialista del hospital de Villajoyosa, escandalizado de que nadie mueva un dedo. "Por no hablar de los inmigrantes que cotizan a la Seguridad Social y traen a toda su familia para que se les opere aquí", apunta Francisco Muñoz, hasta mayo pasado jefe del servicio de Anestesia y Reanimación del hospital Torrecárdenas de Almería.

Sin necesidad de la contribución exterior, la Sanidad española se las ingenia para dilapidar considerables sumas a través de la duplicidad de pruebas diagnósticas que, a veces, se solicitan para conocer la situación de un paciente. "Debido al aumento de la demanda, los médicos se cubren las espaldas y reclaman más pruebas, lo que obviamente encarece la Sanidad", dice Juan del Llano Señarís, de la Fundación Gaspar Casal, director de un amplio informe sociosanitario en el que repasa el sistema de prioridades establecido en el sistema nacional de salud español.

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