El séptimo socio comercial entre los países de la UE
La creación de vuelos directos entre España y China ha sido una de las reivindicaciones históricas de las empresas implantadas en el país asiático. Aseguran que es uno de los factores claves para impulsar las relaciones comerciales entre los dos países, que, aunque han experimentado un fuerte aumento los últimos años, aún están muy por debajo de las de otros países europeos.
Las exportaciones españolas al gigante asiático ascendieron en 2003 a 1.098 millones de euros, un 38% más que en 2002, mientras que las importaciones fueron de 6.682 millones, un 16% más. El saldo negativo se ha incrementado desde los años noventa por el fuerte crecimiento de la capacidad productiva china, aunque la tasa de ascenso de las ventas en los últimos ejercicios ha sido superior a la de las compras. España es el séptimo socio comercial de la Unión Europea para China, por detrás de Alemania, Reino Unido, Holanda, Francia, Italia y Bélgica.
Presencia de empresas
"España y China no tienen una larga tradición de relaciones políticas y culturales mutuas [establecieron relaciones diplomáticas en 1973]. La historia de nuestros vínculos económicos data de los años ochenta, no como la de otros países, que tuvieron concesiones", explica Luis Cacho, consejero comercial de la Embajada española en Pekín. Las concesiones fueron áreas en las que las potencias extranjeras presentes en China lograron privilegios para comerciar y vivir en virtud del tratado de Nanjing (1842) y otros tratados desiguales que le siguieron, y que no quedaron sin efecto realmente hasta la fundación de la República Popular China en 1949. "Además, las compañías españolas se han internacionalizado hace relativamente poco, y, una vez que lo han hecho, han ido a otras zonas [históricamente más próximas, como Latinoamérica]".
En total, se han implantado en el país asiático unas 200 empresas, de las cuales alrededor de un tercio tienen instalaciones productivas, según la consejería comercial. Es el caso de Panrico, el grupo Mondragón, Torres, Indra o más recientemente Dragados. "La primera oleada llegó a finales de los ochenta y principios de los noventa para aprovechar el mercado chino. Es lo que hicieron Alsa o Cola Cao", dice Cacho. Pero el creciente interés por China ha provocado una nueva oleada, cuyo objetivo, según afirma, "es más complejo". Este interés se ha visto reflejado en las inversiones. De los 440 millones de dólares que, según Pekín, las compañías españolas han invertido hasta ahora en el país, el 40% se ha producido en los dos o tres últimos años.
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