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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La realidad de hoy al descubierto

Manuel Cruz

Andaba hace unas semanas leyendo Experiencia, la excelente autobiografía del escritor británico Martin Amis, cuando, en una nota a pie de página, tropecé con el siguiente comentario, escrito como de pasada: "Es bien sabido que el juego de palabras es la más baja modalidad del ingenio". Si se aplica el comentario al ámbito de la filosofía, el resultado podría ser algo parecido a la afirmación según la cual el mero jugueteo con las palabras todavía no merece ser denominado pensar. Entre otras cosas porque el filósofo -que parte, cómo no, de las palabras-, con lo que realmente trabaja es con conceptos, según Reinhart Koselleck nos mostró de manera concluyente. Autor y autoridad, por ejemplo, tienen idéntica raíz, pero semejante constatación etimológica resultará relevante en la medida en que pueda dar lugar, como es el caso, a una argumentación clarificadora (o crítica) de uno o ambos términos. No siempre sucede así.

LA SOCIEDAD INVISIBLE

Daniel Innerarity

Espasa. Madrid, 2004

227 páginas. 19 euros

De lo que se trata, pues, en

la reflexión filosófica no es de llevar a cabo malabarismos verbales, sino de mostrar qué ha conducido a las palabras en una o en otra dirección para poder examinar así qué evoluciones son significativas y qué otras meramente azarosas. Parece fuera de toda duda que hay pistas dignas de ser perseguidas -genuinos indicios de interés-, en tanto que otras, en cambio, ofrecen escaso recorrido. De las primeras -las únicas que de veras importan- ofrece abundantes muestras el libro La sociedad invisible, con el que su autor, Daniel Innerarity, profesor de filosofía en la Universidad de Zaragoza, obtuvo el Premio Espasa de Ensayo de este año. Muestras, conviene avisarlo enseguida, puestas al servicio de un propósito teórico tan ambicioso como urgente, a saber, la clarificación filosófica de nuestro mundo. De la urgencia del propósito no hará falta decir gran cosa. Aunque la preocupación por entender el presente es tan antigua como la humanidad (con este reconocimiento arranca el libro), parece claro que los niveles de complejidad, contingencia y falta de transparencia alcanzados por la sociedad contemporánea son tan altos que el empeño por encontrar su sentido y su inteligibilidad se han vuelto literalmente inaplazables. De la ambición de la empresa tal vez valga la pena decir algo más. La sociedad invisible culmina un proyecto iniciado con Ética de la hospitalidad y La transformación de la política. En cierto sentido los tres apuntan hacia el mismo lugar, sólo que proponiendo recorridos diferentes (por la ética, por la política y por la sociedad). En el caso del texto que nos ocupa, se trata de intentar localizar la especificidad de la que se derivan algunos de los rasgos más característicos de nuestro medio, especificidad que Innerarity sitúa en una determinada modificación de la idea de realidad que manejamos. Viviríamos, según esto, en un mundo cuyas magnitudes más relevantes reciben nombres como simulación, miedo, representación, oportunidades, exclusión... Pero la centralidad alcanzada por tales dimensiones virtuales, intangibles, no debiera llevarnos a equivocar el diagnóstico. Sería un error hablar en términos de irrealidad para referirnos a nuestro mundo. Lo propio es más bien servirnos de ese otro concepto del que brota el título del libro: invisibilidad.

A lo largo de la obra, Innerari

ty va desplegando, con un lenguaje claro y una escritura fluida, lo que bien pudiéramos denominar los efectos concretos de esta nueva ontología de lo social. El autor, que titula con gracia los diferentes epígrafes, está luego a la altura de sus anuncios, evitando así el peligro de prestidigitación. Así, se refiere a la filosofía como una forma de espionaje, a la invisibilidad en la era visual, a un mundo sin alrededores o a un futuro al que regresar, rótulos a los que sigue siempre una argumentación coherente y bien fundamentada. Aunque todo hay que decirlo: lo que no termino de ver claro en el texto es la razón por la que Innerarity se empeña en utilizar el poco habitual término intransparencia, disponiendo de otro de tan rancio abolengo teórico como es opacidad. Claro que, bien mirado, que éste sea el mayor reparo que se le puede formular a un libro no deja de constituir el mayor de los elogios.

Centro de Realidad Virtual de la Universidad Politécnica de Cataluña.
Centro de Realidad Virtual de la Universidad Politécnica de Cataluña.C. RIBAS

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