Falta profesionalidad
El que no se consuela es porque no quiere: el portavoz del Grupo Socialista dijo ayer que lo "políticamente importante" de la votación sobre la reforma del sistema de elección de jueces era que "el PP se ha quedado solo frente a todos los demás grupos". Magro consuelo cuando la ausencia de 18 diputados del PSOE y de 16 del resto de los grupos comprometidos a votar a favor de la reforma hizo que ésta no prosperase.
La reforma pretendía reforzar la mayoría necesaria para la elección por los 21 miembros del Consejo del Poder Judicial (CGPJ) de los magistrados del Tribunal Supremo y presidentes de los tribunales superiores de las comunidades autónomas. Al pasar de mayoría absoluta simple (11 miembros) a cualificada de tres quintos (13 miembros) se forzaría el consenso y se evitaría el actual copo por una mayoría coyuntural, en lugar de buscar un equilibrio, como solía ocurrir en el pasado. Todo ello sobre la base de que los sectores identificados en el Consejo como conservadores y progresistas venían votando con disciplina prusiana de acuerdo con las directrices de los partidos que les propusieron. Por supuesto que esto no es deseable, pero menos lo es que esa disciplina se aplique para extender y perpetuar la relación de fuerzas existente en un momento dado.
La fórmula, aunque plantea problemas (congelar indefinidamente la elección o elegir candidatos de perfil profesional bajo para facilitar el acuerdo), no puede considerarse, como alega el PP, una ruptura de las reglas del juego, sino una cautela, a la vista del abuso producido. Es más una garantía para la minoría que lo contrario. Una reforma de esa naturaleza debería ser fruto del consenso parlamentario, pero el PP lo puso muy difícil al asumir sin matices el punto de vista del sector más conservador (de su situación) del Consejo. En ausencia de ese consenso era preciso garantizar una mayoría suficiente. Para ello se requiere cierta profesionalidad.
El PSOE ganó las elecciones, pero necesita apoyos externos, como ya pudo comprobar al perder una votación sobre la reforma de la Ley de Enseñanza en el Senado. Frente al tono despectivo contra los socios del PSOE utilizado por el portavoz del PP en el debate, el de los socialistas respondió diciendo que "nuestro socio es todo el Parlamento menos ustedes". A posteriori, el pronóstico resultó involuntariamente sarcástico. Es posible que puedan recomponer los platos rotos mediante una segunda votación. Pero, aparte de que ello tal vez impida aprobar la nueva normativa a tiempo para las importantes elecciones pendientes en el Supremo, el ridículo ya no tiene remedio.
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