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Cuba 'descongela' las relaciones con la Embajada española en La Habana

España intentará que la medida se extienda a todas las europeas

Cuba hizo ayer el primer gesto de normalizar las relaciones con el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, mientras la iniciativa española de que las embajadas europeas en La Habana dejen de invitar a disidentes cobra fuerza en Bruselas. Por sorpresa, el ministro de Exteriores, Felipe Pérez Roque, convocó al embajador español, Carlos Alonso Zaldívar, y le informó del "restablecimiento de los contactos oficiales" con él "como resultado del proceso emprendido" por el Gobierno español, "en particular por el ministro Moratinos".

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El gesto cubano responde a las gestiones de la diplomacia española para lograr restablecer la interlocución con las autoridades castristas, suspendida por el régimen en respuesta a las invitaciones a los disidentes, y lograr al mismo tiempo la liberación de opositores. El propio presidente Zapatero ha solicitado que salga de la cárcel, entre otros, el poeta y escritor Raúl Rivero. La decisión de ayer fue, sin embargo, puramente unilateral cubana, su anuncio no fue pactado y cogió desprevenidas a las autoridades españolas.

Zaldívar fue avisado en la madrugada del jueves de la reunión con Pérez Roque, que también llamó a los periodistas españoles destacados en La Habana. Horas después, Roque recibió al embajador en la Cancillería y sostuvo con él una entrevista de hora y media, durante la cual hablaron por teléfono con el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.

A la salida del encuentro, Zaldívar expresó: "Hay un proceso complejo impulsado por España para crear una situación más normal en las relaciones con la UE; esa complejidad ha hecho que el ministro quisiera conocer más detalladamente algunos aspectos del pensamiento de España, y también hacer conocer a España sus puntos de vista".

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En Madrid, el Ministerio de Exteriores, emitió un comunicado en el que "toma nota" de la decisión cubana y "señala que su objetivo es la normalización de la interlocución entre las autoridades cubanas y todas las embajadas de la Unión Europea, no con embajadas concretas". España, se añade en el texto, seguirá trabajando, por tanto, para alcanzar esos objetivos en el seno de la UE.

En la práctica, la decisión cubana supone la reanudación de los contactos diplomáticos con la primera embajada de la UE congelada por el Gobierno de Fidel Castro a raíz de la adopción por Bruselas, el 5 de junio de 2003, de una serie de sanciones políticas en represalia al encarcelamiento de 75 disidentes y el fusilamiento de tres secuestradores de una lancha de pasajeros.

Entre estas medidas, la de invitar a los disidentes a la celebración de las fiestas nacionales en las embajadas europeas en La Habana, desató las iras de las autoridades cubanas, que en respuesta dejaron sin interlocución oficial a los países europeos, no todos, y ni siquiera la mayoría, que acataron la medida.

La crisis fue todavía más sonora con España: Fidel Castro acusó al ex presidente español José María Aznar de "arrastrar" a la UE a una política seguidista de Estados Unidos, le llamó "nazi" y "payaso", clausuró el Centro Cultural Español en La Habana, y el 12 de junio del año pasado encabezó una marcha de protesta de un millón de personas ante la embajada española.

La llegada al Gobierno de Zapatero y el nombramiento de Zaldívar como nuevo embajador supuso un respiro, pero poco más. Aunque el nuevo Ejecutivo español se pronunció desde el primer momento por impulsar un cambio de la política europea, por considerarla "ineficaz" para lograr avances en la situación de los derechos humanos y las libertades democráticas en la isla, el pasado 12 de octubre, con motivo de la fiesta nacional, los disidentes fueron invitados a la embajada y de nuevo arreciaron las tensiones. El malestar se extendió a la oposición cubana, porque el embajador español reiteró en la fiesta el deseo de cambiar la política europea.

La víspera de la reciente Cumbre Iberoamericana de San José, el presidente Zapatero declaró que España "exige" cambios drásticos al régimen cubano. Pérez Roque protestó por ello ante Moratinos y el vicepresidente cubano, Carlos Lage, tachó la política de la UE hacia su país de "cínica" e "hipócrita".

El inesperado cambio de rumbo de las autoridades cubanas -la decisión de ayer sorprendió también a no pocos funcionarios cubanos-, parece abrir "nuevas perspectivas", según algunos analistas. En medios diplomáticos españoles se espera que venga seguido de gestos más concretos, como la esperada liberación de disidentes y la reapertura de la Casa de la Cultura.

Por otro lado, los embajadores europeos en La Habana redactan un informe a petición de Bruselas sobre qué medidas podrían sustituir las polémicas invitaciones a los disidentes a las embajadas. Se propone, por ejemplo, que los embajadores tengan contactos semestrales con los disidentes, que representantes de la UE vuelvan a viajar a la isla y que, durante sus vistas, se entrevisten con los opositores. Sólo la diplomacia checa y la holandesa se sigue oponiendo a las tesis españolas, que ya han sido aceptadas por la mayoría.

Lo sucedido ayer fue valorado como un "gesto positivo" en medios diplomáticos. Falta saber si cuajará y servirá para deshacer el hielo entre Bruselas y La Habana. Según dijo Zaldívar tras reunirse con Pérez Roque, todavía es pronto para hacer pronósticos: "Es un tema en marcha, se está moviendo, y los trenes no se cogen en marcha".

La decisión cubana fue valorada también como "positiva" por al menos dos organizaciones del exilio: Cuba Democracia Ya y Hermanos al Rescate, que, en Madrid y Miami, respectivamente, destacaron las ventajas que la oposición a Fidel Castro puede sacar de esa interlocución normalizada.

El embajador español Carlos Alonso Zaldívar (izquierda) y el ministro de Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque.
El embajador español Carlos Alonso Zaldívar (izquierda) y el ministro de Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque.REUTERS

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