El enredo del cable
Auna y Ono desatan abiertamente las hostilidades para crear un gran operador alternativo a Telefónica
Auna y Ono han decidido pasar a la acción. Ambos quieren protagonizar una fusión para crear una alternativa a Telefónica a escala nacional, tanto en telefonía fija, a través del cable, como móvil, con Amena como punta de lanza. Para complicar el enredo, los fondos de capital riesgo, con el posible respaldo de algún gran operador europeo, también quieren sacar tajada.
El grupo Santander, accionista de ambos, ha probado su neutralidad participando en un préstamo de Ono
En la carta de respuesta de Galdón a Grimá ofrece comprarle Auna o una fusión con sus mismos criterios de valoración
Han estado bregando desde hace seis años por hacerse con el control del cable en España. Como Retevisión y Cableuropa se disputaron los concursos en cada una de las demarcaciones en las que se dividió el territorio. Como Auna y Ono pujaron por los pocos operadores independientes que quedaban en el mercado, como Tenaria o Retecal. Pero ahora han decidido dejar las escaramuzas, salir de las trincheras y plantear la batalla en el frente.
Sobre el escenario hay, al menos, cuatro actores: Auna, Ono, los fondos de capital riesgo (y los operadores europeos que puedan estar detrás como Deutsche Telekom o France Télécom) y el Gobierno. Las motivaciones de esta guerra son varias. La teórica es crear un gran operador de telefonía fija en torno al cable, la tecnología más avanzada, capaz de hacer frente a Telefónica y a su agresivo plan de conseguir que todos los hogares tengan una conexión a Internet por ADSL. En último término, se está sustanciando quien está dispuesto a asumir el papel de segundo operador de telecomunicaciones en España. Pero hay otros impulsos mucho menos académicos.
Pese a que ningún responsable ni de Auna ni de Ono se ha querido pronunciar oficialmente, las hostilidades se desataron a mediados de julio pasado, cuando un grupo de tres fondos -Àpax, CVC y Blackstone- ponen encima de la mesa de Joan David-Grimá una oferta de 8.000 millones de euros por Amena. La propuesta es rechazada por "insuficiente e incompleta", según la definición de uno de los socios de Auna. Así que los fondos se ponen a trabajar para hacerla "suficiente" (más dinero) y más "completa" (que incluyera la parte de telefonía fija).
"Pero la oferta de los fondos por Amena despierta las conciencias y las ambiciones de algunos accionistas y, en particular, de las eléctricas, Endesa y Unión Fenosa, que no consideran estratégica su posición en Auna y que deben afrontar ahora fuertes inversiones en su sector eléctrico", dice un conocedor de la operación.
Pero, ¿por qué decide Auna lanzar por sorpresa una oferta en firme a los socios de Ono por 2.400 millones de euros justamente el lunes, día 14? Porque Grimá se entera de que Ono está negociando el cierre de un préstamo sindicado por alrededor de 1.000 millones de euros para refinanciar su deuda y asumir el pago de Retecal, la operadora castellanoleonesa que acaba de adquirir. En Auna interpretan esta negociación como que existen serios problemas financieros en su rival y se deciden a dar el paso.
Pero hay un error de cálculo. Es cierto que Ono está en ese momento negociando el préstamo, pero tiene más que avanzado el cierre del mismo, y además con éxito, porque las ofertas de los bancos (entre ellos el propio Banco Santander) superan el capital solicitado.
A Ono no le pilló desprevenido recibir sobre las dos de la tarde la propuesta firmada por Grimá, en un documento de alrededor de 10 folios, dirigida tanto al presidente de Ono, Eugenio Galdón, como a todos y cada uno de los accionistas de Ono (Spaincom, Multitel, Val., Ferrovial, Sodinteleco y el propio Santander). En la carta se da de plazo hasta las 20.00 del día 26 para aceptar la propuesta.
Otra vez son las negociaciones bancarias las que ponen sobre aviso a las partes en disputa. Y es que se da la circunstancia de que alguno de los cuatro bancos -BNP Paribas, Citigroup, ABN Amro y Calyon- con los que el 11 de noviembre Auna firma un compromiso de crédito de 2.400 millones que le permita comprar a su rival, también está entre las entidades con las que Ono negocia su crédito sindicado.
La reacción de Ono
Por eso la cúpula directiva de Ono reacciona con celeridad. Lo primero que hizo fue contactar con los socios norteamericanos de Spaincom, una sociedad instrumental que se reparten Bank of America, el segundo mayor banco de Estados Unidos, que tiene el 25,3%; la sociedad Caisse de Dépôt et Placement du Québec (CDPQ), que gestiona las inversiones de los planes públicos de pensiones del Estado canadiense, que posee el 25%, y GE Capital Services, filial financiera de General Electric, que con el 49,7% tiene la clave de cualquier decisión.
Pese a la diferencia horaria con EE UU, en apenas cinco horas contaban con la opinión de todos los accionistas y tenían redactada la respuesta, que llegó sobre las siete de la tarde, según aseguran fuentes de los accionistas de Auna. Según estas mismas fuentes, la carta de Eugenio Galdón, presidente de Ono, iba dirigida a Grimá, pero con copia para todos y cada uno de los accionistas de Auna. Redactada en inglés, apenas consta de tres párrafos. En el primero se agradece cortésmente el interés despertado por Ono y se enfatiza que la consolidación del sector del cable es beneficiosa y saludable tanto para los consumidores como para el sector y los accionistas. No obstante, en el segundo párrafo se rechaza la oferta por considerar que no responde ni a los fundamentales ni a las perspectivas de crecimiento ni a la prima de control de la nueva compañía que daría lugar.
Pero el tercer párrafo, del que hasta ahora nada se ha dicho, es el más revelador. En el mismo se indica que, aplicando el criterio de valoración que ha empleado Auna para hacer su oferta por Ono, y teniendo en cuenta los mismos criterios contables, la operadora que preside Galdón está dispuesta a comprar Auna Telecomunicaciones, la división de cable del grupo. De esta forma se emplaza a una venta a Grimá o, en su defecto, a que se inicien conversaciones para una fusión.
Las cuentas de Ono son que, sin Amena, Auna vale en torno a los 1.400 millones de euros, y las sinergias que se conseguirían al unificar la práctica totalidad del cable bajo el paraguas de una sola marca y una misma gestión serían como mínimo del 20%.
Y en todo este lío, ¿cuál es la posición del Banco Santander, que posee el 18,3% de Ono y el 27,19% de Auna, de la que también controla la gestión? Pues de absoluta neutralidad, tal y como dijo el presidente del banco, Emilio Botín. Esa neutralidad se ha puesto de manifiesto en que la carta de Galdón iba firmada por todos los representantes de los accionistas, a excepción de Matías Rodríguez Inciarte, que ocupa un sillón del consejo en representación del Santander. Tampoco en el consejo del operador, que tuvo lugar el jueves, en el que se trataron los planes para 2005, hizo ninguna manifestación en contra de la decisión adoptada por el resto de los socios. Además es el primero a la hora de acudir al préstamo sindicado a favor de Ono.
Y justo al día siguiente de esa lucha reaparecen los fondos de capital riesgo del verano, a los que se añaden Carlyle y Providence, con una presunta oferta de 11.000 millones por Auna. ¿Pura casualidad? Existen dos versiones sobre los planes de los fondos pero las dos coinciden en que su intervención tiene mucho que ver con la pugna entre Auna y Ono. La primera es que los fondos ya preparaban su oferta y la pensaban presentar oficialmente en el mes de diciembre. Grimá se enteró de la misma y, fiel a sus palabras de que "lo que puedan hacer los fondos lo podemos hacer nosotros mejor", se decide a contraatacar y llevar a cabo una oferta contra Ono como movimiento defensivo.
La segunda versión es que estos fondos, siguiendo su máxima "de a río revuelto, ganancia de pescadores", al ver que, por fin, existe un interés por el cable, bien por Ono o bien por Auna, se deciden a lanzar una oferta conjunta por el operador, sabiendo que Amena, por la que ya pujaron en verano, tiene fácil salida. La filtración de esa presunta oferta y su prudencia a la hora de negociar con Auna apuntan más bien a esta última posibilidad. No quieren molestar a Auna que, en último término, es la gran presa a cazar.
En el tejado de Auna
Ahora la pelota está en el tejado de Auna. O sube la oferta por Ono o fuerza a que los fondos suban la suya por Auna. Un 30% más de lo ofrecido hasta ahora podría ser suficiente en ambos casos, según diversas fuentes.
Por último, al Gobierno también le va mucho en el desenlace de este enredo. Bajo su tutela se creó Retevisión, en 1997, con el objetivo de que hubiera una competencia efectiva a Telefónica. Pero siete años después, el ex monopolio conserva el 80% del mercado de telefonía fija, han desaparecido o se encuentran en una difícil situación financiera la mayor parte de las nuevas compañías.
Una fusión entre Auna y Ono con accionistas estables detrás garantizaría esa alternativa. Por el contrario, si no se consolida un proyecto nacional, los problemas financieros de Auna y Ono pueden agravarse. La desaparición de uno de los dos equivaldría sencillamente a dejar sola a Telefónica y a un fracaso absoluto de la liberalización. Y es que, según lo ocurrido en otros países de nuestro entorno, tan sólo hay sitio para dos grandes operadores de telefonía fija en cada Estado: el antiguo monopolio y un nuevo grupo. Así ocurre en Reino Unido (British Telecom y Cable & Wireless), Francia (France Telecom y Cegetel) e Italia (Telecom Italia y Wind). No es de extrañar que el Ministerio de Industria esté permanentemente informado por ambas partes de lo sucedido.
Lo que parece claro es que éste es sólo el primer avance de una guerra del cable que va a cambiar completamente las telecomunicaciones en España.
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