Oposición vecinal al estadio olímpico y problemas de seguridad
Los detalles de la propuesta de Nueva York -recogidos en un documento de 562 páginas- se revelaron el pasado martes en uno de los rascacielos de la plaza Liberty, enfrente de la zona cero. La candidatura neoyorquina se ha bautizado como los mass transit games, porque todos los eventos deportivos se celebrarán cerca de una estación de metro o de ferrocarril, separados los unos de los otros por no más de 25 minutos utilizando el transporte público. La idea, de hecho, es que el 90% de los espectadores, empleados y voluntarios los utilicen durante el evento deportivo.
Aunque el potencial de Nueva York está en la capacidad de atracción que tiene la ciudad de los rascacielos, su espíritu de superación y la diversidad. El emblemático Empire State Building se iluminará durante la competición con las banderas de los 202 países participantes, mientras los anillos olímpicos cubrirán el cielo de Manhattan. La prueba de triatlón se disputará en el entorno de Central Park, los partidos de béisbol, en el mítico estadio de los Yankee en el Bronx y los de baloncesto, como no podía ser de otra manera, en el vibrante Madison Square Garden.
En la orilla del East River en Brooklyn, con la estampa de la Estatua de la Libertad al fondo, se construirá el centro para los deportes acuáticos y el parque de Fresh Kills en Staten Island acogerá las pruebas de equitación. Los atletas dispondrán de 4.400 apartamentos en Queens, frente a la sede de Naciones Unidas, y la línea de metro 7 se acondicionará para garantizar la movilidad de los 16.000 atletas. Será la mayor transformación que sufra la ciudad en su historia.
A esto se le suma que la ciudad ya ha firmado contrato con 200 hoteles que pondrán a disposición 45.000 habitaciones, un tercio de la capacidad hotelera. Además de su potencial mediático, con más de 900 representantes de 83 países y 10 de las principales compañías de publicidad del mundo. En el ámbito de la seguridad, una cuestión muy delicada tras los ataques suicidas del 11-S, la ciudad movilizará a una tercera parte de su cuerpo de policía, integrado por 36.000 agentes.
La ciudad espera atraer inversiones por valor de 9.200 millones de euros y crearán 135.000 empleos. Más de la mitad de la inversión, unos 1.300 millones, se recuperarán a través de la venta de entradas -653 millones de euros- y de los patrocinadores. La idea es la de cubrir virtualmente todos los espacios disponibles de la ciudad con publicidad. Los pases para la inauguración rondarán entre los 420 y los 1.150 euros, mientras que el precio de las entradas para la mayoría de los eventos deportivos será de 38,34 euros. Y a los jóvenes de la ciudad se les regalará 25.000 entradas.
Los neoyorquinos apoyan la ambición olímpica (76%). Pero hay un problema que puede complicar las aspiraciones de Nueva York: la construcción en la orilla oeste de Manhattan del nuevo estadio del equipo de fútbol americano de los Jets -con capacidad para 78.000 localidades-, en el que se desarrollarán la ceremonia de apertura y de clausura de los Juegos Olímpicos, así como las pruebas de atletismo. La oposición de los vecinos es fuerte, porque no quieren que se pague la obra con dinero público. El coste de construcción del polémico estadio se estima en 1.000 millones de euros, de los que 460 millones provendrían de fondos locales y estatales.
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