Encuentros y desencuentros

A los organizadores de festivales les priva juntar a los unos con los de más allá y ver qué pasa. La mayoría de las veces, no pasa nada. Llegan los elegidos sin tiempo de saludarse y bastante que son capaces de ponerse de acuerdo sobre qué silla va a ocupar cada cual encima del escenario. La noche del miércoles, les tocó a los guitarristas Gerardo Núñez, Luis Salinas y Birélli Lagrène (quien, aparte, presentó su encomiable Proyecto Gitano). Ninguno de ellos es músico de jazz pero los tres buscan en la improvisación un punto de encuentro. Lagrène y Salinas tocaron jazz y la cosa funcionó. Gerardo no quiso, o no pudo, recurrir a los standards y les puso a sus colegas a tocar a compás: sólo Salinas supo estar a la altura de las circunstancias. Éste es punto y aparte. Uno vio al argentino esa noche y la siguiente, junto con su grupo, y le es difícil imaginar a ningún guitarrista que le supere. La de Gustavo Bergalli fue otra historia de desencuentros: jazzistas y tangueros reunidos sobre un mismo escenario y tan fuera de lugar los unos como los otros.