Vuelve el mejor Riquelme

"El fútbol es un juego. Yo intento divertirme, ser feliz con lo que hago". Román Riquelme (Buenos Aires, 1978) resumió con estas palabras su filosofía al concluir el encuentro que enfrentó al Villarreal y Osasuna (3-0) hace dos jornadas en el campo de El Madrigal, en el que anotó dos goles. Tal vez su mejor partido desde que llegara a España, en agosto de 2002. Fichado por el Barça al Boca Juniors, vivió la época convulsa del final del mandato de Joan Gaspart y su brillo se apagó por la falta de confianza del entrenador Louis van Gaal. Un año después llegó Joan Laporta a la presidencia y se trajo a Ronaldinho. Riquelme tuvo que irse cedido al Villarreal, un modesto en el que tampoco se sintió importante. Ni en el club, con Benito Floro, ni en su selección, con Marcelo Bielsa, que no le convocaba.

"Sólo me planteo terminar esta campaña lo más alto. En junio se verá si regreso al Barça"

La llegada de José Pékerman al combinado argentino y del chileno Manuel Pellegrini al Villarreal han volteado la situación. Riquelme vuelve a sentirse un líder con ambos -el jueves marcó un gran gol de falta y participó en los otros dos de Argentina a Venezuela (3-2), aunque acabó con algunas molestias físicas- y su fútbol trasmite ese estado anímico.

El media punta argentino cumple su segunda temporada en el Villarreal. Y ahora se ha reencontrado por fin con su mejor versión, con el fútbol que desplegaba en su país. Las mismas formas pausadas, elegantes y barrocas que desplegaba en el estadio de La Bombonera. "No sé si estoy al nivel de mi etapa en Boca. Estoy contento, el equipo está jugando bien y las cosas le resultan más sencillas a uno", responde con humildad Riquelme.

El jugador atribuye los méritos al colectivo. Después de los partidos y tras los entrenamientos, se escurre de manera sigilosa, con discreción, con la mirada clavada en el suelo, con más rapidez de lo que suele hacerlo en el campo. Riquelme huye de la parafernalia. Atiende a la prensa lo justo y con educación cuando se le requiere. Lo suyo es el fútbol y su familia, a la que otorga gran parte de su éxito. "Tengo la suerte de que mi familia está feliz en España", dice.

Todo son condicionantes positivos para el buen momento de Riquelme, como si todo girara en el Villarreal alrededor de él. La llegada de Pellegrini, que ha desarrollado casi toda su carrera de entrenador en Argentina, ha aumentado sus prestaciones. "Puede ser que el sistema de Pellegrini me beneficie. El técnico ha entrenado en Argentina y conoce mi fútbol, aunque el buen funcionamiento del equipo depende de todos mis compañeros".

Para Pellegrini, tener a Riquelme es una bendición. "Tiene una categoría por encima de la media. Para mí, es un orgullo y un desafío tener a un pupilo de ese nivel". El entrenador chileno está sacando el mejor jugo del enganche. "Mi misión es sacar el máximo rendimiento de los jugadores que poseo. No hay ningún secreto para el actual rendimiento de Riquelme ni el del resto del equipo", matiza a continuación.

El sistema y el fútbol de toque y pausa que practica el Villarreal parecen hecho a la medida de las características de Riquelme. Al conjunto castellonense le crean pocas ocasiones de peligro a partir de largas posesiones. "Defendemos con la pelota", explica el técnico suramericano.

A Riquelme le quedan dos temporadas más de contrato con el Barça, en el que difícilmente encontrará cabida con Ronaldinho, la reubicación de Xavi y la irrupción de Iniesta. "Lo único que me planteo es terminar esta campaña lo más alto posible con el Villarreal. En junio se verá si tengo que volver o no al Barcelona".

Riquelme se divierte y el Villarreal, que recibe hoy al Deportivo en El Madrigal, lo disfruta. Como Argentina. Ha vuelto el mejor Riquelme.