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Columna
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Relevo

Esta semana hemos conocido que la Jefatura de la Fiscalía de Sevilla va a ser ocupada por una mujer. María José Segarra sucede a Alfredo Flores. Este nombramiento y las entrevistas previas que se hicieron han aportado datos que están permitiendo ir conociendo su personalidad como fiscal. Eran necesarios. Alfredo Flores era bien conocido en todos los sectores sevillanos y más allá -veinte años de ejercicio, su condición de fiscal jefe de la extinguida Audiencia Territorial y su arraigo con Sevilla- le han hecho estar presente de forma continuada en la vida judicial y social. Era y es persona conocida. Ahora esta madrileña de Sevilla tiene que darse a conocer.

Sin duda es positivo que sea mujer. Ya era hora. Unas carreras -fiscal y judicial- casi no aparecen en cargos y puestos de responsabilidad, pese a que ejercen estas profesiones tantas mujeres como hombres, sino más. Esta realidad hace que sea, de entrada, bienvenida. Tanto más cuando en Andalucía no ostentan jefatura ni presidencias de Audiencia ninguna mujer. Ya era hora, pues, que se pusiera coto a tal desatino. Más aún, cuando tanto a nivel andaluz como a nivel estatal, se ha hecho una apuesta por la paridad a la que no deben ser impermeables los sectores judiciales.

Sin embargo, con ser importante esta circunstancia, también hay que destacar los ámbitos de sensibilidad que muestra la nueva fiscal jefa. Familia, violencia doméstica, menores, siniestralidad laboral, medio ambiente y delitos económicos son los sectores -dice- que más le preocupan. No está mal. Está mejor.

Vivimos en una sociedad en el que el maltrato sigue creciendo; la siniestralidad laboral también y la ecológica ni cuento -ejemplos tiene Andalucía para dar y regalar-. Es razonable, por tanto, que cualquier persona sensible con la sociedad se quiera ocupar de estos temas.

Después de todo no se puede desconocer de las personas, en las que se incluyen fiscales salvo deshonrosas excepciones, que existen circunstancias comunes a todos pero también elementos diferenciadores. Éstos son los que marcan la personalidad del fiscal. De ahí que no sea lo mismo un cardenal que otro. Confiemos que estos objetivos de la nueva fiscal jefe se ejerzan de verdad y reflejen el sentir de la fiscalía. En este sentido deseo que no ceje y, desde luego, mucha suerte.

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