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Columna
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Y los sueños, sueños son...

Dicen que el sueño de la razón produce monstruos. Lo que pasa es que no se sabe si Ibarretxe es o no razón. Una cosa está clara, quiso emular a Luther King con aquello de Ayer tuve un sueño y le salió la chirigota del soñar con Batasuna. Los Eternamente Clamantes se han apresurado a gritar contra la criminalización de Ibarretxe -aquí cualquiera que se meta con las tesis oficiales criminaliza, menos los criminales de verdad- y han invocado la sagrada palabra de la descontextualización. Según ellos se habría sacado de contexto lo dicho por el lehendakari que reprobó poco antes los atentados contra munícipes. Pero ¿tanto le hubiera costado decir: "Sueño con que Batasuna esté en los ayuntamientos porque significará que ha roto con ETA"?

Unos de los que más se quejaron de la distorsión del mensaje de nuestro Jefe fueron los medios de comunicación afines a su partido; digo, públicos. Claro que mientras se rasgaban las vestiduras seguían defendiendo a Batasuna en la persona de uno de sus heterónimos, HZ. En efecto, fue el mismísimo director general de EITB quien, interrogado por el juez acerca de por qué permitió que una organización ilegalizada como HZ tuviera espacio televisivo durante la campaña electoral, soltó: "No se puede ilegalizar la realidad".

No es de extrañar que así le salgan los telediarios, porque ésa es otra. Mientras las televisiones de todo el universo mundo suelen proteger a los agentes de policía y jueces en el ejercicio de sus funciones velándoles el rostro, nuestra sin par televisión vasca los deja al descubierto velando, en cambio, el del presunto terrorista que acaba de ser capturado o al que se conduce al escenario de sus presuntos crímenes para practicar determinadas diligencias. ¿Es ésta la clase de imparcialidad y contextualización que desean que practiquemos todos?

Pero nuestro lehendakari no es el único afectado por el mal del sueño. Poco antes que él, cuatro ases de la universidad -un póquer- soñaron que ETA desaparecería más fácilmente no apretándole más las tuercas policial y judicialmente, sino dándole una salida honrosa consistente en que el Gobierno de la nación viniera a reconocer que ETA no había luchado por nada. De este modo, los pobres asesinos no se sentirían frustrados, vamos, que podrían enorgullecerse de haber matado, secuestrado y extorsionado con razón y con el aval de sus víctimas. Sí, más que en la veda abierta de la paloma parece que estamos en plena temporada de estulticia. Y a ella se han sumado alegremente tres ilusionados soñadores del PSE.

Los pobres no pueden tolerar que la izquierda abertzale sea un "un agente político aturdido" por la Ley de Partidos y el achique de espacios al que le somete el nacionalismo institucional. Por eso se han lanzado a la palestra como tres Mosqueperros -aquellos dibujos animados tan entrañables como infantiles- para pedirle al Gobierno que legalice a Batasuna, todo ello en base a una supuesta voluntad de cambio cualitativo de esta formación que, en el momento en que los tres soñantes redactaron su alucinante propuesta, no era más que eso, humo. ¿Se les ha olvidado a nuestros complacientes mediadores que Batasuna fue ilegalizada por formar parte de ETA? Parece que sí, porque obran como si Batasuna se hubiera quedado fuera de juego porque le caducaron los estatutos. En medio de tanto guiño y dislate, no parece raro que Otegi y los suyos se pegaran ayer en Donostia un salto cualitativo pero mortal: predicar lo mismo -excepto algún detalle esotérico para clientes y pasmados- y desde la misma negativa a condenar la violencia. ETA quiso estar en la representación circense con unas bombas. Como para soñar.

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