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Reportaje:

Aguas bravas en el Río de la Plata

Agbar negocia un difícil acuerdo con el Gobierno Kirchner para sus filiales en Argentina

Claudi Pérez

Si hay algo que detestan las empresas es la incertidumbre. Y eso es, precisamente, lo que han sufrido en los últimos años las empresas españolas que apostaron por instalarse e invertir en Argentina en los años noventa. Con tres filiales a orillas del Río de la Plata, Aguas de Barcelona (Agbar) alcanzó en el pasado mes de julio un acuerdo provisional con el Ejecutivo argentino. Pero el pacto definitivo no parece fácil de alcanzar: el Gobierno del presidente Néstor Kirchner exige nuevas inversiones a las empresas , pero no les concede subidas de tarifas. Una ecuación difícil de sostener, en opinión de la compañía catalana, con una deuda que se triplicó tras la devaluación del peso.

La empresa alcanzó un acuerdo provisional en julio, pero el Gobierno exige un mayor esfuerzo inversor sin una subida de tarifas en paralelo
El grupo asegura que tiene provisionadas al 100% las posibles pérdidas derivadas de su incursión en el mercado argentino

Agbar provisionó en 2002 toda su inversión en Argentina, a causa de la crisis. Puso a cero todas sus inversiones -en Aguas Argentinas, Aguas Cordobesas y en Santa Fe- con una dotación de 216 millones de euros, que ahora ha recuperado parcialmente. El grupo controlado por La Caixa y Suez ha anunciado esta misma semana la recuperación de 40,2 millones, fruto del pacto financiero provisional con el Ejecutivo de Kirchner y sus principales acreedores: el Banco Mundial (BM), el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Iberoamericano de Desarrollo (BID). Según Agbar, "tras esta reversión, las provisiones siguen dando cobertura a la máxima pérdida que las operaciones de los negocios del agua en Argentina puedan ocasionar".

A diferencia de lo que ocurre en Chile, Agbar tiene ante sí un panorama difícil y ha planteado ya a Kirchner varios escenarios de inversión con un criterio claro. "Si la tarifa no sube, es imposible hacer un gran esfuerzo inversor para mejorar el suministro. Si las tarifas no suben ni siquiera al ritmo de la inflación, como ha llegado a plantear el Gobierno, la situación de la empresa dificulta la posibilidad de acometer los proyectos necesarios, y es muy probable que, con el paso del tiempo, haya problemas de calidad en el servicio", explica el director general de Agbar, Ángel Simón.

El acuerdo del pasado julio consiste, básicamente, en mantener congeladas las tarifas y poner en marcha una inversión conjunta de la empresa y el Gobierno de unos 100 millones de dólares en obras de expansión de la red, en el caso de la sociedad más importante, Aguas Argentinas. Pero a partir de 2005, Agbar propone "reestructurar la deuda con los bancos y redefinirla en pesos, y fijar las inversiones en función de un incremento de tarifas para que sea viable pasar de poco más de siete millones de clientes en el área de Buenos Aires a nueve millones", según Josep Vila, secretario general de la compañía catalana y director general de gestión corporativa. Este plan incluye también inversiones del Gobierno argentino en la depuración de residuos, como sucede en el resto de países en los que opera Agbar.

El acuerdo, que está prácticamente ultimado en el caso de Aguas Cordobesas y en Santa Fe, está mucho más verde en el área de Buenos Aires, donde la concesión expira en un plazo de 20 años. "Está resultando cada vez más complicado negociar, pero el grupo tiene claro que no se irá de Argentina si el Gobierno no pone sobre la mesa una indemnización", asegura Simón. En todo caso, la salida de Argentina no parece el escenario más probable: los socios en Aguas Argentinas -Agbar controla el 25% del capital, y Suez, el 40%- tienen previsto inyectar capital por un importe que ronda los 100 millones de dólares "si se alcanza un acuerdo satisfactorio", matiza Vila.

Al otro lado del Río de la Plata no parece tan probable que Agbar acometa nuevas inversiones. El grupo que preside Ricard Fornesa prevé mantener sus dos concesiones de abastecimiento de agua en Uruguay, tras el resultado del referéndum realizado a finales de octubre sobre la titularidad de los servicios públicos. El plebiscito ha determinado que sólo el Estado se encargue de gestionar este tipo de concesiones, aunque Agbar asegura que esta decisión no tiene carácter retroactivo. "Seguiremos en Uruguay, pero, lógicamente, descartamos nuevas inversiones en este país", explica Simón.

Evolución bursátil

En todo caso, la evolución de las filiales argentinas no es la única preocupación del grupo catalán de aguas y servicios. El agua es un sector con ingresos recurrentes pero con una limitada capacidad de crecimiento, que el grupo compensa con la entrada en nuevos países -especialmente, en Chile- y en nuevas actividades, como la certificación. Al cierre del tercer trimestre, el grupo duplicó su beneficio neto consolidado, con 157,9 millones de euros, gracias precisamente a la recuperación de las provisiones en Argentina y a la contribución de otros resultados extraordinarios: la venta del 10% de la aseguradora sanitaria Adeslas y de dos inmuebles en Madrid.

La evolución bursátil refleja una curva ascendente durante los dos últimos ejercicios. Y varios analistas señalan precisamente hacia Argentina para buscar explicación a esa subida. "La cotización refleja una subida casi constante desde hace meses por la mayor tranquilidad en Argentina, que en su día castigó mucho tanto las acciones de Agbar como las de la mayoría de las empresas españolas con intereses en ese país", dice Jordi Falgueras, responsable del servicio de estudios de Gaesco.

Tiempos de intensa reorganización

El agua supone un tercio de los ingresos y el 50% de los resultados de Agbar. Pero ese análisis dista mucho de ser una foto fija: el grupo ha acometido una intensa reorganización. Como en todos los sectores regulados, el agua garantiza un nivel de ingresos, pero el crecimiento tiene que llegar por otras vías. En Agbar, a la apuesta por la internacionalización -está presente en Chile, Argentina, Colombia, Uruguay, Cuba y México- se le ha unido la diversificación, básicamente en materiales de construcción y certificación. La empresa controla ya el 50% de Emte y ha integrado recientemente el área de calidad de Soluziona en Applus, la filial de mayor crecimiento, que ahora se enfrenta a un contencioso con el Gobierno catalán por las concesiones de ITV. La compañía se ha desprendido del negocio de residuos con la venta de Cespa.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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