_
_
_
_
EL ENREDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tintín en España

EL REPORTERO TINTÍN resolvió en el álbum Stock de Coque (1958) un caso de tráfico de esclavos. La historia se le ocurrió a Georges Remi, Hergé, después de escandalizarse al leer en un periódico un reportaje sobre la persistencia de la esclavitud ¡en pleno siglo XX! Hace casi un mes, EL PAÍS publicó la siguiente noticia: "Desarticulada en el sur de España una banda que vendía inmigrantes marroquíes como esclavos". ¡En pleno siglo XXI! Sin pensarlo dos veces, el fantasma de Tintín aterrizó en Barajas y voló en taxi hacia La Moncloa.

-Mira, Tintín -le tuteó ZP-, aunque sólo sea por egoísmo, nosotros somos los más interesados en resolver este gran, gran, gran desafío de la inmigración ilegal. El voto xenófobo de extrema derecha suele aparecer en zonas de voto de izquierda, zonas humildes donde se percibe a los inmigrantes como acaparadores de servicios sociales, porque son más pobres que los pobres. Nadie tiene más miedo a perder que quien tiene muy poco. Del miedo nace el rechazo, y del rechazo, comunidades que viven con sus propios códigos al margen de las leyes. ¿Qué podemos hacer desde el Gobierno?

¿Le importaría pedirle al perrito que no mordisquee a Acebes? Bastante me cuesta tenerle sosegado

-¿Invertir en esas zonas humildes?

-¿Hasta cuánto? ¿Hasta el infinito? Además, cuéntaselo a Solbes, Tintín, y te dirá que de dónde restamos. Ya estoy oyendo a la derecha: "Zetapé quita dinero a los españoles para dárselo a los inmigrantes". No. Tenemos las manos atadas. Por una parte, la derecha con su discurso simplista: inmigrante igual a delincuente. Por otra, el discurso hippy de la izquierda divina: abrámonos a los inmigrantes, que nos enriquecen culturalmente. ¡Culturalmente! Yo no puedo ir a Elche a decir a los trabajadores agobiados por la competencia de los inmigrantes que el mestizaje les enriquece culturalmente.

-Mire usted, Tintín -le dice horas después Mariano Rajoy-, aunque sólo sea por egoísmo, nosotros somos los más interesados en resolver el gran, gran, gran reto de la inmigración ilegal. Si nos surge un partido de extrema derecha, nos quedamos en la oposición hasta el fin del mundo. Por eso, a veces practicamos una xenofobia de baja intensidad. Desde el Gobierno jamás dijimos: España va bien gracias a los inmigrantes que trabajan barato. Tampoco decíamos que todos los inmigrantes son delincuentes, pero sí que muchos delincuentes son inmigrantes.

-Los delincuentes suelen ser pobres.

-Vaya usted con ese cuento a las víctimas de los delitos. Pero sí, ese discurso cristiano de defensa de los pobres hace mella en nuestra base electoral y nos ata las manos con su planteamiento simplista: compartámoslo todo, abrámonos a los inmigrantes, acabemos con el hambre en la Tierra y to er mundo é güeno. ¿Le importaría pedirle al perrito que no mordisquee a Acebes? Bastante me cuesta tenerle sosegado.

-Ya ves, Milú -comenta Tintín, de regreso a Moulinsart-, que se sigue traficando con seres humanos, pero en el siglo pasado era un escándalo y hoy es apenas un problema. Pronto se convertirá en costumbre y quién sabe si en ley.

"¡Este Tintín!", piensa Milú, que ha envejecido mejor, "me tiene hasta el rabo con sus moralinas".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_