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Columna
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Ja, ja, ja

Elvira Lindo

Hasta aquí llegan sus carcajadas. Se ríen de la derrota de Kerry como si fuera una victoria suya, como si eso significara que el pueblo (español) les castigó sin motivo. Se ríen desde sus columnas, desde sus lugares comunes. Se han inventado una descripción del votante de Kerry y la recitan como el padrenuestro: el votante de Kerry, según ellos, es un pijo arrogante que tiene más dinero que el votante de Bush, el votante de Kerry vive en Manhattan, el votante de Kerry se pasa el día comprando en esas tiendas del Soho donde sólo compran los gilipollas que pagan camisetas al triple de precio, el votante de Kerry lee el New York Times para que le cuenten mentiras, entre ellas, que Kerry iba a ganar las elecciones. Ja, ja, ja. El votante de Kerry tiene en su casa un altarcillo con la imagen de Michael Moore. El votante de Kerry va a ver películas europeas subtituladas. El votante de Kerry dice que le importa la guerra de Irak y todo eso de los niños muertos a bombazos, pero en el fondo, sólo trata de acallar su mala conciencia de burgués consentido. El votante de Kerry sería más o menos como Carrie, la protagonista de Sexo en Nueva York, una tía que va a votar haciendo equilibrios con sus Manolos y cargada de bolsas de Sacks. Ésta es la descripción que la derecha española ha hecho del votante de Kerry y que han secundado algunos sarcásticos columnistas de "izquierdas" que a veces cuentan chistes de los que sólo se ríe la derecha. Pero a mí no me salen las cuentas. Porque los votantes de Kerry son cincuenta millones de personas, unos pocos menos que los millones que votaron a Bush. No a todos les gusta Michael Moore; es más, a algunos les indigna el éxito europeo del personaje. Y si esos cincuenta millones de personas fueran tan pijos, leyeran tanto el New York Times y compraran tanto en el Soho: primero, no cabrían en Manhattan; segundo, Estados Unidos sería como la Atenas de Pericles. Aunque no deja de ser cierto que el votante demócrata suele ser más cultivado que el republicano: ¿es eso lo que tanto molesta? Para concluir, puestos a reírse por la derrota ajena, ¿por qué no se ríen de la propia, que también fue muy graciosa? Yo todavía me estoy riendo.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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