Metáfora de lo cotidiano
Pedro Ugarte (Bilbao, 1963), uno de los más sólidos narradores de esta comunidad literaria, ha publicado una novela desasosegante. Casi inocentes es una profunda metáfora de la inestabilidad de la vida cotidiana con la que acaba de lograr el premio Lengua de Trapo de Narrativa.
Sus hilos conductores registran algunos de los temas centrales del mundo occidental actual: el miedo a la caída de la construcción burguesa, aquí a través de un accidente, la deshumanización del trabajo, la difícil y siempre arriesgada convivencia, las relaciones entre padres e hijos, hasta crear un análisis de una personalidad que resulta contundente, sin piedad, y con una lucidez rayana en la crueldad. Ugarte ha escrito una de las novelas más angustiosas que se han leído este año. Alberto Durrio ha tenido un hijo, León, que está a punto de perecer en un incendio. Le salva un inmigrante polaco, Piotr Kubiak, que va poco a poco entrando en la comunidad familiar, hasta que se convierte en "un enemigo en casa".
Patricia Highsmith consideraba que el terror se construía con elementos de la cotidianeidad, y ése es el recurso que ha usado el novelista para llevar una trama que desde el análisis psicológico avanza hacia la disección de los elementos más vitales de las personas, en este caso, la paternidad.
El texto presenta algunas de las técnicas habituales en Ugarte: la construcción de un personaje que se le parece, pero que transciende en el símbolo, la ciudad brumosa, concebida como un damero sin nombre, la crueldad de las relaciones personales y laborales. Pero existe una mayor profundidad en lo existencial y una depuración del lenguaje que amplía los ecos y las sugerencias de un texto excelente.
Pedro Ugarte: Casi inocentes. Lengua de Trapo. Madrid. 2004. 222 páginas. 17 euros.
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