Ginebra celebra el 150º aniversario del nacimiento de Leos Janácek
Jiri Belohlavek dirige musicalmente la ópera 'De la casa de los muertos'
Con motivo del 150º aniversario del nacimiento del compositor checo Leos Janácek (1854-1928), en Ginebra han puesto en pie una excelente De la casa de los muertos con dirección musical de Jiri Belohlavek y escénica de Pierre Strosser. La calidad del espectáculo se apoya en un proyecto de mayor alcance, que pasa por revisitar todo Janácek. Coincidiendo con el aniversario, en París se ha ofrecido una nueva producción de Katia Kabanova.
El compositor checo Leos Janácek es un músico que ha sido redescubierto a partir de la década de los ochenta, víctima a su muerte del triunfo de corrientes musicales distintas a su concepción del espectáculo operístico, así como del simple hecho de haber escrito los textos en su idioma, un idioma minoritario en un universo que sólo admite como vehículo expresivo el italiano, el francés, el alemán, el inglés y el ruso.
De la casa de los muertos es una ópera basada en los recuerdos dejados por Dostoievski de su estancia en un campo de trabajo de Siberia. Del texto del escritor quedan unos pocos fragmentos pero se mantiene la idea central: la acción comienza con la llegada al campo de un nuevo detenido, Alexandre Petrovitch Goriantchikov, interpretado por el bajo Meter Mikulas. Es un noble que reivindica el estar detenido por razones políticas, lo que le vale una paliza por parte del jefe del campo, interpretado por otro bajo -el cantante Alexandre Vassiliev-. La ópera hilvana la sucesión de una serie de relatos cantados por distintos prisioneros y va explicando las relaciones que se establecen entre ellos. La de Alexandre Petrovitch con Alieïa -la mezzosoprano Stephanie Novacek- juega un papel central pues muestra la naturaleza humana bajo su mejor prisma en un contexto de miseria y violencia. El noble enseñará a leer y a escribir al joven y sus conversaciones son un contrapunto a una succión de historias de asesinatos pasionales, políticos o de honor. En el centro de la obra, como un espejo que la ópera se tiende a si misma, otra representación, la de un peculiar Don Juan.
La gran calidad del espectáculo ginebrino se apoya en parte en un proyecto de mayor alcance, que es la voluntad de revisitar todo Janácek y de no hacerlo exclusivamente por razones de oportunidad conmemorativa. El año pasado la ópera suiza ya produjo una espléndida Katia Kabanova y la responsabilidad musical corría también a cargo de Belohlavek. Este mismo director se ocupará en los próximos años de Jenufa, La zorrita astuta y de El caso Makropoulos. En esta oportunidad la elección de Strosser como director de escena y decorador es un acierto pues se trata de alguien especialmente dotado para dirigir actores y captar toda la complejidad de las relaciones humanas. La dimensión simbólica de la obra, que establece un paralelo entre la trayectoria de Alexander Petrovitch y un águila herida, está resuelta con elegancia y sin necesidad de subrayados excesivos. De la casa de los muertos puede verse en el Grand Théâtre de Ginebra hasta el 14 de noviembre.
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