Maravilloso acordeón
Aunque los últimos discos de Galliano son una grabación con Michel Portal y un homenaje a Astor Piazzolla con cuarteto de cuerda, el francés vino con su trío de Nueva York. En realidad, Clarence Penn es de Detroit y Scott Colley nació en Los Ángeles.
Colley, de larga experiencia junto a Hancock, y uno de los bajistas más solicitados, tocó un contrabajo de líneas claras y musculosas. Atento improvisador que huye de lo superfluo. El versátil Clarence Penn, que ha trabajado con Wynton Marsalis o Betty Carter, demostró un marcado sentido del espacio.
Comprar una entrada para Galliano es adquirir un billete de avión sin restricciones. Porque hay un Galliano brasileño, que toca a Hermeto Pascoal y se adentra en los ritmos populares del noreste -allí al acordeón se le llama sanfona -; el de orillas del Sena o el que recuerda su origen italiano con una cita de La Strada. Toda la intensidad dramática del tango se concentra en el fuelle y los botones de su acordeón hasta convertir a Galliano en el más porteño de los tangueros.
Richard Galliano
Richard Galliano (acordeón), Scott Colley (contrabajo) y Clarence Penn (batería). Centro Cultural de la Villa. Madrid, 5 de noviembre.
Richard Galliano, francés del Mediterráneo, lidera un fabuloso trío de jazz en el que el acordeón desplaza al piano. Ese piano de tirantes o piano de pobres, como ya fue llamado, se transforma en un instrumento de matices inimaginables. Parece un apéndice de su cuerpo. Su Victoria de color negro es ya un Steinway, un Bösendorfer, con el que aborda la Gnossienne. Debussy y Bill Evans, Parker y Coltrane, con esa pasión y ese swing que Galliano le ha dado al trasnochado vals musette que reinó en los bailes parisienses de principios del siglo XX.
Babelia
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