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Reportaje:

Los vecinos se quedan

La cantera navarra busca salida para sus jugadores en los equipos riojanos de Segunda B y Tercera División

El fútbol no sabe de fronteras ni de federaciones, sólo de oportunidades y de retos personales. Su poder expansivo es tal que ni los reglamentos ni los designios de los despachos consiguen desviar su curso natural. El caso de La Rioja y Navarra es paradigmático. Vecinas y amigas, con ligeras desavenencias, sus federaciones de fútbol decidieron esta temporada separar sus destinos tras varias décadas manteniendo un grupo de Tercera División con equipos de ambas comunidades.

Las razones aducidas son similares en los dos casos. Para el presidente de la Federación Navarra, José Luis Díez, "nuestro fútbol tiene entidad suficiente para mantener un grupo de Tercera competitivo". Y su homólogo de la Federación Riojana, José Antonio Maturana, sostiene: "Nosotros, en principio, no estábamos de acuerdo con la separación de grupos, pero nos hemos dado cuenta de que con la nueva fórmula La Rioja ha ganado mucho y ha demostrado que puede mantener el nivel".

De los 22 futbolistas que integran la plantilla del Alfaro, de Segunda B, veinte son navarros,

Sin embargo, la segregación ha tenido que contar con la ayuda de más de medio centenar de jugadores navarros que han decidido fichar por equipos riojanos para esta campaña. Debido a la cercanía geográfica, La Rioja Baja, con equipos como el Calahorra, el Pradejón o el River Ebro de Rincón de Soto, se ha convertido en el destino preferido de estos futbolistas. Además, en estos conjuntos reciben una compensación que varía entre los 4.000 y los 10.000 euros, todo un aliciente para unos jóvenes que pueden compaginar su afición al fútbol con los estudios o con sus trabajos.

A estos incentivos económicos se suman las ofertas deportivas que los equipos riojanos les plantean. "Yo vine al Calahorra porque es un equipo con muchas opciones de ascenso a Segunda B y un buen escaparte para el futuro", reconoce Daniel Aracil, uno más de la decena de navarros que militan en el club calagurritano.

El caso extremo de esta invasión es el Alfaro, que milita en el Grupo II de la Segunda División B. De los 22 futbolistas que componen su plantilla, veinte son navarros, además de su técnico. Sólo dos riojanos defienden la camiseta albinegra y, sin embargo, el pueblo está volcado con su equipo. "A ningún aficionado le importa si somos navarros o riojanos. Aquí hay un grupo de aficionados que si critica, no lo hace por tu procedencia, sino por tus errores", señala Xabier Asurmendi, un jugador formado en las categorías inferiores de Osasuna.

Tal es la primacía de futbolistas navarros en alguno de estos equipos que parte de los entrenamientos invernales o de los partidos amistosos se juegan en Pamplona o su comarca, ya que ello resulta mucho más práctico y cómodo para la plantilla. "Entrenamos tres días a la semana en Alfaro y, para cada sesión, formamos una caravana de cinco coches, lo que resulta un lío", prosigue Asurmendi.

Desplazamientos aparte, la fecundidad de la cantera navarra es inigualable. Con unos 15.000 jugadores federados, más del doble de los que tiene La Rioja, la calidad de los jóvenes navarros es muy requerida en otras regiones. "No sólo tenemos jugadores en La Rioja por su cercanía", remarca José Luis Díez, "sino que la salud de nuestra cantera es envidiable y, si no, que se lo pregunten al Athletic de Bilbao", bromea.

"En el País Vasco, en Levante, en Cataluña, en Andalucía,... La mayor parte de los equipos de Segunda B o Segunda División cuentan con algún navarro en su plantilla. Son muy requeridos por su juego, por su físico o por su seriedad", remarca Fermín Astrain, representante de los jugadores en la Federación Navarra y futbolista del Burladés.

Sin embargo, la llegada de tantos deportistas navarros a las escuadras de La Rioja no preocupa a la Federación. El incremento sustancial de equipos de Tercera División en esta comunidad (se ha llegado ya a los 16 equipos) ha generado una necesidad de buenos futbolistas para mantener la calidad de la competición. "La cantera riojana ha mejorado mucho en los últimos tiempos y, gracias a los nuevos equipos, por fin vamos a poder dar salida a los juveniles que no se acababan de formar con la estructura anterior. Ahora existe un trampolín para ellos, aunque este año parezca que se necesiten traer jugadores importantes de fuera", remacha José Antonio Maturana.

Tras la separación más o menos traumática de este verano, la Federación Riojana y la Federación Navarra se han visto condenadas a entenderse por las necesidades y los arcanos del fútbol, para quien los jugadores de ambas comunidades siguen formando un colectivo homogéneo y sin diferenciaciones.

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