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PERIFERIAS

El 'hip-hop' y la improvisación reinan en el festival de Huesca

Hablar de hip-hop ya no es una extrañeza, de forma que para darle cabida en una programación destinada al Mundo Raro, tema central de su quinta edición, el festival Periferias de Huesca se inventó el concepto Monstruos del hip-hop para acomodar la palabra rimada en su cartel.

Con los Violadores del Verso como grandes triunfadores de la jornada, el imaginativo festival oscense, fiel a una tradición heterodoxa y al celo que pone en la selección de los artistas a quienes invita, permitió que el mismo día otros habitantes de mundos "extraños" deslumbrasen con actuaciones excelentes, caso del saxofonista Evan Parker o del hip-hopero Mike Ladd, protagonistas de sendos conciertos en los que las convenciones saltaron por los aires para dejar que la emoción en estado puro se adueñase de los espectadores que siguieron sus actuaciones.

Periferias es un festival abonado al guiño, a la sorpresa y al descubrimiento. De sus conciertos es raro salir con la sensación de haber visto algo consabido, sin estar obligado a hacerse algunas preguntas sobre lo visto y su sentido. Todo esto tiene aún mayor alcance en una edición destinada, como ésta, al mundo de las cosas raras, concepto en el que cabe desde una calabaza hasta un calcetín, de un artista de electrónica irónica y festiva a un improvisador nato, desde el hip-hop apostólico al hip-hop libre pasando por una agrupación de cámara tocando algo a medio camino entre la tradición clásica y el minimalismo. Todo ello en un mismo día, todo ello sin salir de Huesca. En plena periferia.

Los primeros sonidos de la jornada partieron de la Moondog Snaketime Orchestra, una formación sueco-germánica destinada a recuperar el legado de Louis T. Hardin (Moondog), un visionario que compuso piezas de extrañas sonoridades.

Con clave, oboe, laúd, chelo, percusión y dos voces femeninas, la orquesta creó una espiral de sonidos que en forma de canon tocaban la música medieval por uno de sus extremos mientras que por el otro abrazaban el minimalismo. Complejísimas líneas melódicas pautaban un sonido sorprendente y original que sirvió para iniciar una tarde ciertamente variada. Porque luego, tras un enorme flotador rojo, el alemán Nova Huta propuso que se le imaginase como una mujer brasileña, y todo lo que él hizo para ayudar al público en tal empeño fue cantar una canción en portugués. Chocante. Sentido del humor no puede faltar en Periferias.

Ya por la noche, en la plaza de Toros, el hip-hop se hizo rey. Concitando una chavalería nutridísima, los zaragozanos Violadores del Verso debutaron en Huesca con un concierto sólido, solvente y coriáceo. Hip-hop evangélico, lleno de presuntas verdades, ritmos poderosos y de un aire de trascendencia más que notable. Ellos mismos lo definieron como "rap cabezudo".

Nada que ver con el elástico hip-hop de Mike Ladd, protagonista de la actuación más visionaria de la noche. Con bases en las que se citaba el funk, el soul, la música electrónica de baile e incluso el rock, Ladd, un ex profesor universitario, mostró un hip-hop menos trascendente, pero a la vez más rompedor, vitalista y atípico.

La suya fue una actuación sensacional bastante por encima de la vuelta al hip-hop de libro que protagonizó más tarde Jeru The Damaja, sustituto en el cartel de Kool Keith. De nuevo con el libro gordo del hip-hop como guía, Damaja se eternizó en escena con un concierto sin apenas ritmo, entrecortado y de un poso e intención que aburrieron hasta al b-boy más voluntarioso.

Fue el cierre a una jornada que encumbró la imaginación en el Periferias de este año, algo que por fortuna ya forma parte de la denominación de origen de este festival.

Mike Ladd, durante su actuación en Periferias.
Mike Ladd, durante su actuación en Periferias.JESÚS ALARCÓN

Energía y emoción

Los ecos de la electrónica pop y bizarra de Nova Huta se disiparon de golpe con la actuación de Evan Parker. Instalado en escena, bien con saxo tenor o bien con soprano, el músico comenzó a extraer de ellos una cascada ininterrumpida de notas improvisadas servidas por respiración circular. En resumen, que Evan no detenía la entrada de aire en el instrumento, que en ocasiones parecía una gaita en la que Parker almacenaba aire. En realidad, el aire estaba almacenado en su boca y su entrada y salida del cuerpo parecían producirse de forma simultánea.

Un concierto intensísimo lleno de energía en el que la técnica, superlativa, no estuvo al servicio de la exhibición sino de la emoción, de la necesidad de comunicación del músico, de expresar algo más profundo que una digitación velocísima.

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