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Señales que interpretar

Juan Ignacio Crespo

Los fondos de renta fija global acumulan en 2004 una rentabilidad media de 2,32%, un resultado que podría calificarse como de medio-bajo si se compara con los que han venido proporcionando hasta hoy las otras clases de fondos que invierten en estos activos. En los extremos están los fondos de renta fija europea de elevada rentabilidad, con un 6%, y los de renta fija emitida en yenes, que acumulan pérdidas de 0,85%.

2004 no está siendo malo para los fondos de renta fija (de sus casi treinta categorías sólo cuatro acumulan pérdidas). Todo esto resulta casi pasmoso en un año que se auguraba conflictivo para los mercados de renta fija, y lleno de peligros para las carteras que invierten en ellos.

A mitad de año la Reserva Federal decidió elevar el tipo de interés al que se prestan los bancos a plazo de un día en EE UU (Fed Funds) y todo empezó a comportarse de modo diferente a como se esperaba, ya que los tipos de la deuda pública a largo empezaron a reducirse.

La subida de tipos por parte de la Reserva Federal era algo más que anunciado, con la economía de Estados Unidos en ritmos de crecimiento muy elevados. Algo similar parecía gestarse en el Banco Central Europeo.

Pues bien, desde que la economía de EE UU empezó a dar muestras de desaceleración a mitad de año, la inversión en bonos se ha reforzado y ahora los precios, tanto de los bonos en euros como de los bonos en dólares, están por encima de los niveles del inicio de año.

La interpretación de este fenómeno tan improbable (desde 1971 no ocurría algo así) apunta, al menos, en cuatro direcciones. La más alarmista entiende que es una advertencia que está enviando el mercado de renta fija de que la economía de EE UU entrará, no tardando, en recesión (para una eventualidad así, los fondos de renta fija serían muy recomendables).

Otra apunta hacia que países asiáticos y exportadores de petróleo están reciclando sus dólares invirtiendo masivamente en deuda pública de Estados Unidos.

La tercera tiene que ver con algo que sólo es posible cuando la diferencia entre los tipos de interés de corto y largo plazo es muy grande: hasta hace cuatro meses era factible endeudarse en dólares al 1% e invertir en deuda pública de EE UU al 4,80%.

La última, en fin, ve en todo esto una consecuencia del exceso de liquidez que ha provocado la política de bajos tipos de interés de la Reserva Federal.

Este clima contribuye a que ya no se esperen fuertes subidas de los tipos de corto plazo. Al menos, mientras la inflación no haya hecho acto de presencia.

Juan Ignacio Crespo es Director General de Finanduero

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