Zanibar invitó a té en la cárcel para "celebrar" el 11-M

Mustafá Zanibar mató a sangre fría a su amigo Youssef Bachir, que le había invitado a cenar en su casa de El Ejido (Almería) el 27 de abril de 1994. Aprovechó el sopor que adormiló a su anfitrión tras la cena para rociarlo con gasolina y prenderle fuego. Zanibar salió de la vivienda, cerró la puerta y se fue a su casa. El pasado 14 de marzo, dos funcionarios del módulo 5 de la cárcel de A Lama (Pontevedra) informaban que el 11-M, poco después de la masacre de los trenes de Madrid, Zanibar invitó a café y té en el patio a todos los presos del módulo, la mayoría islámicos, para "celebrar" el atentado. Ese día también tomaron café con ellos en el patio los convictos etarras Luis Mariñe-larena y Javier Ugarte Villar.

Zanibar, muy violento e insumiso, se había hecho el jefe de los islámicos del módulo, a muchos de los cuales había ido atrayendo con regalos (tabaco, cafés e incluso dinero), hasta que adquirieron una deuda con él impagable. Él, en cambio, tenía 6.000 euros en su poder.

Este personaje, condenado a 29 años y que ha gritado en los patios que nada le importa, estuvo en el grupo original de Achraf en Topas, pero para restarle influencia fue trasladado el 11 de julio de 2003 hasta A Lama. Allí se topó con los miembros del GIA Abdelkrim Benesmail (el que tenía una anotación con nombres de etarras) y Sohbi Khouni, entre otros. El 4 de abril quiso montar en el patio un homenaje a los suicidas de Leganés, entre los que estaba el miembro del GIA Allekema Lamari.

Los acólitos penitenciarios de Zanibar llegaron a aprovechar sus paseos por los patios para repetir casi a diario un entrenamiento militar, "parecido a los que se hacen en una línea americana", tal y como denunciaron los funcionarios el 12 de junio. Para cortar "la influencia que ejercía sobre el resto de los reclusos musulmanes" fue llevado a la cárcel de Nanclares de Oca (Álava) el 22 de septiembre pasado.